OTRO A PARTE- NECESITÉ ESCRIBIRLO DURANTE LA SEMANA.

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Estoy pasando un mal momento.

Todo en mi vida se ha vuelto emocional.

La forma en la que los paciente me miran, la forma en la que la gente del hospital me trata...

Yo no soy una mujer emocional, bueno, en realidad enjaulé todos mis sentimientos, así que corrijo:

Yo no quiero ser una mujer emocional, pero este trabajo me obliga.

Hay que ver a los pacientes con cariño, hay que tocarlos con amor, hay que hablarles con cuidado, hay que lavarlos con respeto, hay que secarlos con paciencia y vestirlos con suavidad, ellos se lo merecen. Se merecen que en el poco tiempo que están despiertos encuentren una media cara amigable, unos ojos que le trasmitan esperanza, ganas de luchar, fuerza.

Eso es lo que está acabando conmigo.

Le estoy cediendo a la gente que pasa por ahí cosas que tengo en escasez.

Me estoy vaciando para ellos, solo para ellos, por que siento, sinceramente, que se merecen más que yo tener eso a lo que yo nunca le di valor.

Pero de tanto dar, me estoy quedando sin ello, sin esperanza, sin ganas de luchar, sin fuerza, y estoy absorbiendo todo el miedo que ellos trasmiten.

Me estoy envenenando poco a poco, por que no sé hacer las cosas a medias, siempre pongo toda la carne en el asador, así estoy como estoy, curada a hostias.

Hubo un tiempo en que amé, amé tanto que casi no podía respirar. Hubo un tiempo que necesité tanto que me olvidé de todo lo demás, pero sobre todo de mí.

Empecé a aislarme en casa, a no contestar al teléfono, a deshacerme de amigos y familiares y a refugiarme en todo lo que sentía por él.

Pensaba (tonta de mi) : él es todo lo que necesito.

(No, no teníamos una relación, ni nada por el estilo, hubo un tiempo en que fui demasiado emocional pero no recuerdo serme infiel, así que, no hay relaciones ni monógamas ni públicas, pero eso no quita para enamorarse hasta las trancas).

Cuando me enfadaba con mi madre me encerraba en mi habitación deseando que me llamase, que viniese y me quitase todo esto de la cabeza con (¿como decirlo fino? ) treinta minutos de ejercicio aeróbico.

Cada vez que me dolía la vida deseaba estar con él, para que me mordiera, me tirara del pelo, para que hiciese todo lo que solía hacer y así olvidarme de todo lo demás.

Lo quería tanto, lo necesitaba tanto, que cuando nos distanciamos (sin motivo aparente, pero así somos los dos, unos expertos del goshting) sentía que no tenía motivos para seguir, así que me dejé ir.

Dejé de ir al gimnasio, empecé a comer demasiado, dejé de escribir, de leer, de estudiar. Dejé hasta de pensar.

Tuve una obsesión con la Natalia que era cuando estaba con él, así que, como buena tóxica, me empecé a echar todo en cara, todo lo que no dije, lo que mentí, lo que callé. Me martiricé tanto que volví a caer en eso de la autodestrucción (digo eso por que, aún ahora, eso de autolesionarse me suena muy feo), empecé a ver a mis muñecas, a mis manos, a mi piel, como enemigo y volqué toda mi ira en ella, en verdad no estaba mal hecho, quien me había destrozado había sido yo, por no ser capaz de decir lo que siento, por alejar a la gente, así que era yo quien tenía que pagar.

Pero, por suerte, un año después, veinte kilos de más e incontables cicatrices, llegó un día que, mientras intentaba dormir, fui consciente de cuánto estaba metida en la mierda.

Lloré toda la noche, me resistí a todo lo que se me pasaba por la cabeza y tomé la decisión:

-Natalia, no puedes seguir así, no estás bien, no está bien. No puedes concederle el privilegio a nadie de dañarte como lo han hecho (sin querer, pero echo está) , así que te toca ser piedra. Costará un tiempo, pero será lo mejor, no puedes volver aquí.

Aún recuerdo todo lo que sentí en aquel momento.

De ahí, de esa noche, creo que es de donde quité mis dos mantra, ese que utilizo tan a menudo: "Se piedra, se fuerte" y el qué me hace revivir en momentos de caos emocional absoluto: "no se lo merecen, no te merecen".

Esa jodida noche dejé encerrada a mi parte sensible, a mi parte emocional, pero desde el día once de este mes, ha vuelto a mi. Al abrir esa puerta de acero se activó la cerradura de la jaula y salió todo lo que llevaba tiempo reprimiendo. Es por eso por lo que creo que estoy tan pesaba escribiendo esto, por eso le doy mil vueltas a las cosas, por eso lloro mínimo una vez al día y por eso, por eso mismo, por esa puerta de acero, todos sus recuerdos han vuelto a mi como un jodido tsunami.

El primer amor no se olvida tan fácil.

una TCAE en PRÁCTICASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora