UCI- SEGUNDA SEMANA

16 3 0
                                    

Blue Monday

El día mas triste del año.

Dicen.

Llegué a la UCI con diez minutos de adelanto, como se tiene que llegar.

Estaba el "jefe", el coordinador, el chico que es amigo de mi profesor.

No conocía a nadie.

Me cambié la mascarilla, me lavé las manos y esperé instrucciones.

Parecía que no existía, así que moví ficha.

-¿Te podría hacer una preguntiña?

-Si, claro, Dime. - coordinador

-Es que no está Rosa y no sé con quien me toca.

Pronto me asignó otro auxiliar, lo llamó, nos presentó y ale, a trabajar.

Estaba medio preparado todo lo que se necesitaba para las higienes, menos los empapadores, siempre se olvidan de los empapadores, aún no sé por que.

Samuel llevaba las primeras tres camas así que nos tocaba el chico joven, un hombre que habían ingresado la tarde pasada y el hombre de las manos frías.

Estaba contenta, no eran unas camas fáciles, había mucho dolor en dos de ellas, pero era agradable. Ayudar, formar parte de su recuperación, hablarles, preguntarles como han pasado la noche, escucharles... Me llenaba, ese trato, esas miradas, esas sonrisas a medias... todo eso son enormes tiritas que no solo te ayudan con todo lo que te está pasando allí dentro, si no que curan heridas pasadas, heridas que creía que estarían ahí para siempre.

Terminamos de asear al chico y llegan los médicos.

-Nos lo vamos a llevar.

-¿Lo vais a cerrar? - Samuel

-De momento vamos a ver como va, pero si todo está como debería, cerraremos.

Una buena noticia. La semana empezaba bien.

Ese chico se merecía salir a delante, todo el mundo se merece salir adelante con solo 29 años, tan poco tiempo no es vida, es... es otra cosa, pero una vida no.

Pasamos al señor del marcapasos.

Un tatuaje en el brazo aun que tendría 59 años.

Una barba abundante.

Es de los míos.

Samuel, empezó a afeitarlo.

-Madre mía, si que llevaba tiempo sin afeitar. Aquí tenemos que quitarle la barba, lo sentimos, pero es que si no todo lo que tenemos que ir pegando no quedaría bien.

El asintió, casi ni se inmutó.

Un hombre diferente.

Afeitamos, aseamos y cambiamos cama, sin novedad, todo bien.

Pasamos al hombre de las manos frías, le llamaré José.

-Buenos días José, se le ve muy bien, ¿que tal se encuentra? -pregunté

Estaba bien, tan bien que habló con fuerza.

-Me alegro. Le vamos a asear para que quede fresquito y le cambiamos la cama, vale?- Sigo

Asiente.

Perfecto, empezamos.

Todo pasó sin ninguna novedad. Conocía a José solo de una semana, pero lo había visto muy malito y verlo ahora, así, sin la traqueo, hablando, moviendose, siguiendote con la mirada... era tan bonito que el tiempo me pasó volando.

una TCAE en PRÁCTICASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora