Renacimiento

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Renacimiento

Parte II de Huevos para el Desayuno

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Los ojos de Sakura se fueron abriendo poco a poco debido al sol, una desventaja de los nuevos enormes ventanales que tenían en la habitación. No fueran un problema si el día anterior no se hubiera desvelado en una cirugía de emergencia, pero la cosa era que cualquier persona que se duerma a las dos de la mañana, no ve con buenos ojos la salida del sol, ni siquiera si la vista incluye los reflejos en el agua de un hermoso lago y arboles de ciruelo rodeando la propiedad.

―Naruto, cierra las cortinas. ―se quejó, pateando el esponjoso edredón, pero no encontró al rubio por ningún lado. Tampoco a Sasuke.

Estaba segura que ambos hombres estaban en la cama cuando llegó, pero en algún momento desaparecieron y ella ni cuenta se dio.

Sacó un pie de la cama para resolver el problema ella misma, pero un dolor punzante en la parte baja de su vientre abultado evitó que se moviera más.

―¿Sakura-chan? ― gritó alguien desde la cocina.

Desde que su abdomen se volvió lo suficientemente grande para que pudiera ver sus pies de forma correcta, se encontró con el lado más servicial y posesivo de sus -ahora- esposos, y solo su propia fuerza de voluntad y carácter explosivo lograron salir de esa casa para ir al hospital todos los días, aunque eso incluyera una vigilancia de veinticuatro horas y siete días por las habilidades de rastreo del Uzumaki y otros agregados.

―No pasa nada, solo fue una pequeña contracción. ―aseguró, tratando de que el rubio quitara la cara de preocupación que parecía mantener durante ese ultimo trimestre de embarazo.

―¿Una contracción? ―exclamó, recordando el termino de los libros de maternidad que él y Sasuke estuvieron leyendo. ―¿Eso quiere decir que el bebé va a nacer ya?

―No, Naruto. Pero seguro vendrá pronto. ― le sonrió, con pesar al recordar que pronto entraría en labor de parto. ―Es normal que haya contracciones días antes, no quiere decir que ya vaya a parir.

―Pero... tengo que avisarle al teme... seguro ya esta cerca de la frontera. Me mata si no le hago saber...

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Sakura tuvo razón, pasaron otros tres días antes de que esos molestos dolores que la empezaban a atormentar se convirtieran en un trabajo de parto real, lo que le dio tiempo a Sasuke de regresar y a Ino de prepararse con todo.

―¿Crees que falte mucho? ― quiso saber el rubio, ya desesperado, Sakura llevaba cinco horas dentro de esa habitación y nadie salía a darles informes, además de que Tsunade había dejado rotundamente claro que no los quería dentro.

―Hmnp... ―soltó el Uchiha, el libro no mencionaba como tan estresante la espera. ―recuerda que puede durar muchas horas.

―Pero no podemos dejarla sola. ― lloriqueó. ―si lo que los dibujitos ponían es cierto, no debe ser muy bonito ni placentero cuando...

―Naruto, no me hagas pensar en eso, por favor.

―Una vagina abriéndose diez centímetros claro que debe ser doloroso. ―estuvo de acuerdo Sai, sonriéndoles de lado para darles ánimos. ―dicen que es uno de los peores dolores que una mujer puede sufrir en su vida.

―Sai...

―¿Qué? ―preguntó el pelinegro.

―Callate.

―¿Por qué? Ustedes parecían tener una duda y yo se las aclaré. ―dijo. ―he estado leyendo del tema porque ahora Ino también quiere un bebé. Ya saben como es esto, una mujer entra encinta y todas despiertan sus hormonas maternales.

―Uchiha-san, Uzumaki-san, ya nació el bebé.