32

1.4K 188 24
                                    


xSouh

Renacimiento

Parte II de Huevos para el Desayuno

32


―Shhh... nos van a descubrir. ―se quejó Shinachiku cuando Inojin se tropezó con un cable que salía de uno de los carros de choque del piso, el Uzumaki-Uchiha estaba seguro de que el sigilo era una de las habilidades básicas de un ninja, y su amigo casi lograba que se diera una palmada en la cara. De nada había servido burlar a todas las enfermeras de la recepción y sala de urgencias si el Yamanaka gritó su presencia.

―Esto es problemático. ―estuvo de acuerdo Shikadai. ―Que alguien me recuerdo porqué estamos aquí.

―Inojin quería conocer a Saori. ―explicó rendido Shinachiku. Para ese momento estaba seguro de que su madre sabía que los tres niños estaban en el pasillo.

―No es que quiera conocerla a ella. ―respondió el otro rubio, con las mejillas pintadas en un leve color rosa. ―Solo que no creo que sea un... eso, de Kakashi-sama.

―No sabía que tendría tu visita el día de hoy, Shina-kun. ―la puerta de la oficina principal del hospital se abrió, mostrando a una pelirosa que aparentaba apenas unos veinte años. Inojin ya estaba mas que acostumbrado a ella, pero para Shikadai todavía era extraño que una mujer tan joven fuera madre de su amigo, y aun más, solo un par de años menor que su propia madre.

―Oka-san... ―sonrió su hijo, llevándose una mano a la nuca en un gesto de nerviosismo muy clásico de su rubio esposo, cosa que siempre derretía el corazón de la pelirosa y hacia que fuera más difícil regañarlo por cualquier cosa que su pequeño ángel hubiera hecho. ―Es que...

―Queríamos conocer a Saori-chan, tía Sakura. ―intervino Inojin, poniendo su mejor sonrisa.

―Uno pensaría que los gennin tienen mejores cosas que hacer en estos días, quizá Hokage deba darles más tareas ―suspiró falsamente Sakura, divertida por el nerviosismo de los tres niños, aunque en el fondo le alegraba que Saori pudiera hacer amigos tan pronto. ―Quizá si una aldeana común como yo le pide a Nanadaime-sama que no los deje tan libres...

― ¡Por favor no! ―gritaron los gennin, estando dispuestos a desaparecer en ese mismo momento.

―No se preocupen, Saori-chan esta a punto de terminar un examen, estoy segura que querrá ir a conocer la aldea de la mano de los tres hombres más guapos que han nacido en Konoha.

―No digas esas cosas, oka-san. ―se quejó Shinachiku, a su madre le encantaba avergonzarlo frente a sus amigos.

― ¿Por qué no? ―preguntó, alzando una de sus cejas rosas. ―Una madre tiene derecho a pensar que su hijo es el hombre más guapo de todo el mundo.

―Deja de acosar a los niños, frente. ―intervino su mejor amiga, dirigiéndose a su oficina con varios expedientes clínicos en las manos. –Además el hombre más guapo de todo el mundo es mi bello Inojin.

―Me alegra que mi madre este en Suna en estos momentos. Problemático. ―se burló de sus amigos el pelinegro.

―Ya terminé, Sakura-san. ―intervino Saori, entregándole un par de hojas a la pelirosa. Llevaba un minuto completo escuchando la platica y solo podía sentir sus mejillas sonrojadas ante la forma tan fácil que esas personas parecían hablarse con tanto carillo. ¿Eran todas las madres así?

― ¡Perfecto Saori-chan! ―le sonrió a la niña, revolviendo un poco su cabello. ―Ve a jugar con estos mocosos, y si te vas a enamorar de uno, por favor que sea de Shina-kun, es el más guapo de todos.

― ¡Sakura-san!

― ¡Oka-san!

―Elige a Inojin, es tu mejor opción, Saori-chan. ― le guiñó el ojo Ino antes de que todos los niños desaparecieran en un intento de correr de sus locas madres.

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora