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Renacimiento

Parte II: Huevos para el Desayuno

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Shinachiku lideró el pequeño contingente por el camino que llevaba a la única casa en el distrito Uchiha, trataba de que sus pasos fueran calmados, con el sigilo característico que solo se veía en los ninjas con cierta experiencia -cosa que aún no tenia- pero terminó siendo más una marcha arrítmica con saltitos de emoción cada cierto paso, llevándose la mano a la frente cada pocos minutos para comprobar que su protector siguiera en su lugar.

―¡De verdad no puedo creer que ya seremos ninjas! ― le susurró a Inojin, volteando de reojo hacia atrás donde venían los padres perdidos en alguna conversación de adultos.

―Es la decima vez que me lo dices. ―se burló el niño rubio, aunque él también se sentía emocionado. ―Ya quiero saber quién será nuestro jounnin sensei.

―¡Yo ya quiero saber quién será mi equipo! ― se quejó, llevando las manos a la cabeza en una actitud dramática que hacia que nadie dudara sobre sus genes. ―Tienes tanta suerte de ya saber quienes son tus compañeros desde que naciste.

―Pero es Naruto-sama quien ayuda a formar los equipos, ¿aún no te dice?

―Oto-san dice que no quiera que pierda la emoción de saber quienes serán mis compañeros y sensei como el resto de los estudiantes. ―se quejó de nuevo, pateando una roca en medio del camino.

―¡Aniki! ― gritó una voz, abriendo la puerta principal de la casa tan fuerte que terminó estrellándose en la madera.

El pelinegro brincó los escalones de dos en dos, que era lo máximo que le daban sus pequeñas piernas hasta caer y seguir corriendo en busca de su hermano.

―¡Mina-kun, espérame! ―se quejó Itachi al ser dejado atrás, aunque a diferencia de su gemelo, si logró hacerse tiempo para bajar correctamente.

―Felicidades, Aniki. ―se apresuró el otro, abriendo sus brazos para abrazar a Shinachiku.

―Son tan adorables. ―chilló Ino emocionada al ver la tierna escena entre los niños. ―Sai, deberíamos de tener otr... ¡Auu! ¡Me dolió! ¿porqué me pellizcas?

―El día que Inojin nació me dijiste que por nada del mundo tendríamos otro hijo. ―le recordó el ex ninja de raíz, en su memoria aun estaba grabado perfectamente el dolor que sintió cuando su esposa masacró sus dedos durante el parto.

―Parir un niño no es gran cosa, Ino-cerda. ―se jactó Sakura, acercándose a sus tres hermosos hijos y abrazándolos como si fueran enormes osos de peluche. ―háblame sobre eso cuando tengas gemelos.

―¿No sería el verdadero problema solo la primera vez? El segundo niño ya....

―Sai, cállate por favor. ―pidió Naruto, su frente aún se pintaba verde cuando recordaba como funcionaba eso del nacimiento de los bebés.

―Le harías un favor al mundo. ―aceptó Sasuke, girando la cabeza para que nadie viera que estaba más pálido de lo normal.

―¿Vamos a ir a comer barbacoa de celebración, Oka-san? ― preguntó Itachi, siendo el primero en buscar separarse un poco del abrazo de oso en el que aún estaba encerrado.

―¿No podemos ir a comer ramen? ― pidió Minato, para orgullo de Naruto.

―¡No vamos a comer ramen para celebrar la graduación de Shina!

―Puedes llegar a ser un demonio, Sakura-chan.

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