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Renacimiento

Parte II de Huevos para el Desayuno

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Un llanto desconsolado llenó la sala de estar de la única casa que se encontraba en el antiguo complejo Uchiha, todos los adultos se encontraban en el jardín preparando una barbacoa por lo que tardaron en llegar hasta el pequeño Inojin, quien movía las manos en todas direcciones mientras pataleaba en un intento de que alguno de sus padres se acercara para tomarlo en brazos.

El ruido fue suficiente para despertar al otro infante, que, aunque estaba en el piso superior, ya no pudo conciliar el sueño después de aquellos alaridos que soltaba su pequeño primo.

Shinachiku bajó los escalones, teniendo que sostenerse de la pared para que sus cortos pies lograran bajar sin caerse en el intento, arrastrando con él un enorme peluche con la forma de un zorro con muchas colas.

Se acercó al porta-bebé, fijando sus ojos verdes en el niño de seis meses que no dejaba de hacer ruidos molestos.

―!Shhh! ¡Shhh! ― comenzó a arrullarlo, soltando su juguete para poder utilizar ambas manos para mecer al niño.

―¡Buaaahhh! ―siguió gritando el Yamanaka, mostrando que su capacidad pulmonar no defraudaría a nadie.

―¡Inojin-chan! ―lo llamó, apenas pronunciando bien la letra J, pero arrastrando el sufijo.

―¿Qué pasa? ―preguntó Sakura, entrando seguida del resto de los adultos.

―¿Estas bien, corazón? ―susurró Ino, tomando en los brazos al bebé.

―Eres un muy bien primo, Shina-chan. ― felicitó a su hijo la pelirosa, imitando a la rubia y cargando al otro menor y revolviendo sus cabellos.

―Ya estoy gr-ande, Kaa-chan. ― se quejó el pequeño Uzumaki, sonrojado porque la tia Ino y el tio Sai vieran que lo trataban como a un bebé, aunque no podía negar que disfrutaba ser consentido por sus padres.

―Aun eres un enano. ―le recordó su padre Sasuke, tocando su frente con el pulgar e índice antes de girar al refrigerador y tomar una bebida.

―¡No soy un e-nano¡ ― Infló los cachetes, cruzando los brazos en una clara muestra de enojo.

―Entonces no tendrás más Galletas Kunai, esas son solo para niños. ―dijo con pesar Sakura.

―Es una lástima que compráramos dos cajas, Sakura-chan. ―Siguió el juego Naruto, sacando de la alacena un paquete de galletas de la marca infantil. ― tendremos que regalarlas a los niños de la ciudad.

―Pero... ―inició Shinachiku, buscando un argumento para que sus padres no regalaran sus preciados postres.

―Hmnp...

―¡No es justo, kaa-chan!

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