ONCE

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#0988

Allí estaba, el codigo de una transferencia de veinte mil, hecho por el ministro Saint Ozturk hace una semana, porque al parecer se tomó muy en serio lo de pagarme por cada minuto que pasó conmigo.
De cierta forma me sentía herida, y sabía la razón... yo no lo había besado por trabajo, lo había besado porque quería hacerlo.

Por esa razón miraba una y otra vez el mensaje de WhatsApp.
Por esa razón revisaba una y otra vez su contacto (Chat) para ver si me había escrito o no.
Por es razón me sentía decepcionada al ver que no había ningún mensaje de él.

De igual forma Black no se enamoraba. Y por ese simple hecho hoy vería a Lucas.

El chico que me llama todos los días para saber cómo estoy, el que me envía texto de buenos días y me dice lo hermosa que soy cada vez que puede.

Hoy me lo cogería.

Y Saint Ozturk se jodería, porque fácilmente estuviésemos teniendo sexo en este momento. Podría estar entre mis piernas o invadiendo mi boca con su lengua, pero no... el hombre le tiene miedo al sexo.

Evadiendo mis pensamientos, me coloqué crema corporal en las piernas y me acomodé el vestido de falda suelta, ya que se había subido. Aprovechando que Yoce no estaba en casa, y no regresaría hasta mañana, traería a Lucas hasta el apartamento.
Le envié un mensaje avisando que iba en camino y preparé mi bolso con lo necesario para salir de casa; tenía que agarrar un taxi, ya que Lucas tenía un auto alquilado y él me iba a traer.

Cuando llegué hasta el restaurante donde lo vería, pagué el taxi y bajé. Mis ojos lo divisaron rápidamente a un lado de la entrada, su camisa blanca y su pantalón beige le quedaban como guante al dedo, se me había olvidado lo hermoso que era físicamente y, ahora que lo conocía más, me parecía el hombre perfecto.
Él me miró y sonrió mientras me acercaba, no podía parar de repetir internamente lo magnífico que eran sus ojos, el brillo que había en ellos y el hermoso color que los representaban.

Lucas era realmente perfecto.

—La hermosa Black —dijo divertido, acercando sus labios a mi mejilla para depositar un beso suave en esa zona.

Mi estómago revoloteó sin darme oportunidad de negativa.

—El adorable de Lucas —pronuncié lentamente.

Él sonrió amplio y me tomó de la mano para llevarme dentro del restaurante. No era un lugar costoso, pero tampoco económico, había un ambiente realmente encantador, algo a lo que no estaba acostumbrada.

Ni siquiera había tenido una cita alguna vez.

Llegamos a nuestra mesa y sorpresivamente para mí, Lucas corrió la silla y esperó a que me sentara.

—¿Te gusta el lugar? —preguntó luego de tomar asiento.

Yo asentí muy emocionada.

—Sí, me gusta mucho —miré su sonrisa confortante—. Realmente eres una persona que transmite paz.

No podía callarme.

Él me miró unos segundos y luego sonrió.

—Vaya, nunca me habían dicho eso —confesó—. Supongo que me alegro.

Una chica llegó hasta nuestra mesa y recibió nuestra orden.

—¿Por qué alquilas un auto? —pregunté mientras comíamos, era algo que no había preguntado antes y que realmente me daba curiosidad.

Él tomó de su bebida, para luego hablar.

—Yo no soy de aquí —contestó, mirando mis ojos—. Soy de Alemania.

Una Mujer Bien Pagada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora