TRECE

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Sentí movimiento en mis glúteos, Lucas movía su mano extrañamente tratando de hacer algo. El estómago se me contrajo, pero luego de haber captado lo que hacía, algo ácido se instaló en mi garganta.
Dejé de rodear su cuello con mis brazos y, aflojando un poco, pasé a apretarlo con mis manos.

—Ni se te ocurra —sus ojos estaban grandes—. Eres uno contra varios.

Apreté aún más fuerte su cuello, dejándolo sin aire, él jalaba mi cabello hacia atrás, tratando inútilmente de separarme de él.

«Y pensar que así quería que me tomaras» un suspiro pesado salió de mis labios por el hilo de mis pensamientos.

Él cedió.

Dejó de mover la mano que tenía en mis glúteos. Vi cómo mi mejor amigo abrió la puerta trasera, tomó el arma que cayó de la mano del hombre bajo mi dominio y se levantó.
Aflojé mi agarre en el cuello de Lucas y él aflojó el suyo en mi cabello, lentamente me bajé de su regazo y salí del auto; cuando me hice a un lado, pude ver a mi mejor amigo levantar un arma y apuntar a Lucas.

—Lo quiero vivo, Axel —los pulmones me dolían y la garganta me ardía, así que pronunciar alto aquellas palabras me fue complicado.

Coloqué mi cuerpo perfectamente para tener una vista panorámica del desastre que había hecho Axel. El auto que iba primero estaba estampado contra un poste, el hombre que iba de copiloto tenía la mitad de su cuerpo en la calle y los pies metidos en el auto, un disparo se divisaba en su frente.

—Vaya puntería —felicité a mi amigo, él sonrió en respuesta.

El auto donde íbamos el baboso, el hombre cuarentón, Lucas y yo, estaba estampado contra la parte trasera del primer auto, los únicos que seguíamos vivos éramos Lucas y yo.

A Lucas lo necesitaba para algo.

El arma de Axel ya estaba guardada en su cinturón, Lucas salió del auto sosteniendo su mano, de ella salía bastante sangre, pero no me preocupaba, solo le había volado un dedo.

—Tienes la sangre escandalosa —mencionó Axel con una mueca de asco. Yo sonreí, en cambio Lucas, tenía la mirada fija en mí, pidiendo respuestas.

—¡A trabajar muchachos! —ordenó Axel, y como unos siete hombres se acercaron a los autos destrozados y cargaron los cuerpos, los metieron en el maletero de los autos de mi amigo y luego regresaron con garrafas de gasolina.

La esparcieron por los dos autos y prendieron fuego.

Pasaban autos una y otra vez por nuestro lado, pero no se detenían, aceleraban y ni siquiera dirigían una mirada a nosotros... y eso habla mucho de la cuidad.

—¿La llave? —le hablé a Lucas.

Él me miró, pero no respondió. Acorté la distancia entre nosotros a paso rápido y empecé a tocar sus bolsillos en busca de la llave para liberar mis muñecas.

—¿Esto es lo que te gusta? —hablé molesta— ¿Que te toque?

Él enfocó sus ojos en mí, pero seguía sin responder; en mi manoseo por sus pantalones, sentí un manojo de llaves, las saqué y, ya que sabía que Lucas no respondería nada, empecé a buscarla por mi cuenta.
Eran como unas veinte llaves, así que me llevaría tiempo, y más si lo hacía sola.

—¡Entra al maldito auto! —le ordené furiosa por hacerme perder el tiempo.

Él no se movió, así que miré a mi mejor amigo alzando las cejas. Dos hombres vinieron corriendo por su llamado y lo subieron bruscamente a uno de los autos.

Caminé al lado de Axel y, antes de subir al mismo auto que Lucas, él me tomó de los hombros y me acercó hasta su pecho para abrazarme.

—Te extrañé mucho —susurró en mi oído.

Una Mujer Bien Pagada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora