—¡Regresa ahora mismo!
—Leonardo, no me grites —acomodé mis lentes de sol y crucé las piernas—. Tengo una resaca de mierda y cada ruido me hace explotar la cabeza.
—¡¿Ves?! ¡Hasta te emborrachas! ¡Ese lugar está maldito! —me quedé en silencio hasta que habló de nuevo— Un año allá es suficiente, tienes que regresar.
—Cuando Yoce me diga que quiere regresar, lo haremos. Y me emborracho aquí porque ya no tengo que estar pendiente de que me atrapen, así que no critiques —miré hacia la piscina donde Yoce nadaba de un extremo a otro.
—Estoy muy feliz de que te escuches tan... relajada y feliz, pero entiende que te extraño, ya no puedo con este sufrimiento llamado no tener a alguien como tú en mi vida.
—Eres un dramático —reí suavemente—, ¿Dónde está Axel?
—Aprovechando su día libre para estar con la noviecita.
—En algún momento pensé que él y Majo no se iban a reconciliar —me levanté de la silla reclinable y caminé hasta la orilla de la piscina. Esperé hasta que Yoce sacó la cabeza para respirar para hablarle:—. Es hora de comer.
—Te voy a colgar porque tengo que trabajar, pero más te vale que te regreses porque entonces tendré que irte a buscar —sonreí—, te quiero mucho.
—Y yo a ti. Adiós.
—¿Quién era? —inquirió mi hermana.
Ella caminó tranquilamente por la orilla hasta llegar a mí. Su cabello caía ondulado a los lado de su cara, y se veía suave y manejable por el producto de queratina que se había echado. Al principio no estuve de acuerdo, porque de verdad amaba su cabello, pero la estilista nos había dicho que no le iba a quitar sus rizos, sino a suavizarlos. Cuando vimos los resultados no nos arrepentimos.
Yoce había crecido, demasiado diría yo, en unas semanas iba a cumplir diecisiete años, se estaba convirtiendo en una señorita y eso me hacía sentir orgullosa. Cada vez que la miraba y notaba lo grande que estaba, lo mucho que creció su trasero, su estatura, su cabello, sus caderas, todo de ella, me daban ganas de llorar. Porque estaba por convertirse en una mujer y yo había sido expectante en todo su crecimiento.
Mamá habría estado orgullosa.
Yo estaba orgullosa.
—Leonardo —entralacé su mano con la mía y nos encaminamos al restaurante externo—, quiere que regresemos.
Ella se quedó en silencio mientras caminábamos. Yoce seguía siendo grosera y extrovertida, pero ahora se tomaba las cosas más en serio y reflexionaba bastante.
—Creo que deberíamos hacerlo —la miré de reojo—, quisiera celebrar mi cumpleaños con los chicos.
Asentí.
—Yo estoy lista para regresar —ella me miró con una sonrisa burlona—. Ya basta, luego soluciono cómo haré con Saint.
—Todavía no puedo creer que te hayas ido sin decirle —una carcajada sonora salió de sus labios—, además le diste un discurso reflexivo, él renunció a la política y cuando te fue a decir, tú ya no estabas. Eres mala, Mack.
Arrugué mi entrecejo y fruncí los labios con disgusto.
—Deja de haceme sentir culpable. No lo pensé bien, ¿De acuerdo?
—Ajá, ¿Tampoco sabías cómo desbloquearlo y llamarlo? Deja de excusar tus absurdas decisiones.
—Y tú deja de comportarte como una sabelotodo que usa el sarcasmo y la ironía, me pones nerviosa —llegamos a una de las mesas y nos sentamos una al lado de la otra—. Ya te dije, lo resolveré cuando llegue.
—Bien —se encogió de hombros—, tampoco es como que sea la gran cosa, quizás él se haya enamorado de otra y quedes como una estúpida al ir por él.
Un nudo se instaló en mi garganta y mis ojos picaron.
—Sí, no es la gran cosa...
La risa de Yoce me hizo bufar fastidiada.
—Ay hermana, no engañas a nadie, vieras la cara de cordero herido que pusiste —un mesero se acercó y nos preguntó qué íbamos a ordenar—. Una sopa de pollo y un plato de arroz con mariscos y plátano frito.
Yo sabía que la sopa de pollo era para mí, pero el mesero no, igual tampoco le importó mucho porque su vista estaba fija en Yoce y en sus tetas.
Mi hermana lo miró.
—Si la comida me la traen hoy sería increíble, la verdad —su mirada fulminante y su tono tajante hicieron que el mesero asintiera y saliera rápido a buscar la comida—. Los hombres son cada vez más idiotas.
—¿De cuándo acá te quejas de los hombres, señorita? —mi pregunta fue en tono de broma, pero ella respondió segura y seria:
—Desde siempre, está bien que a alguien le guste un chico, no todos son malos, pero la mayoría —me miró—... la mayoría son un total desperdicio de oxígeno.
—Vaya, vaya. Con tal de que no lleves ésta idea tuya hasta el fanatismo, no te diré nada.
—Sé encontrar equilibrios.
—De acuerdo.
Luego de comer, Yoce y yo preparamos las maletas, habíamos comprado algunas más porque teníamos muchas cosas del viaje, y habíamos donado otras que ya no nos servían.
Nuestro vuelo salía en la madrugada y eran cinco horas de viaje así que Axel nos iría a buscar al aeropuerto antes de irse al trabajo, aunque si mis cálculos no fallaban, seguro Leonardo le daría el día libre para que ambos vayan al apartamento a recibirnos.
Había aprendido mucho en este año. Había cometido errores en mi vida y las consecuencias me habían perseguido por años, y la ansiedad constante que tenía por miedo a hacer algo y que las consecuencias me destruyan de nuevo era repetitiva. Y me había cansado, me había cansado de tener miedo, de luchar contra mi misma, de no amarme, de fingir, había estado tan cansada.
Pero ahora estaba bien, ahora iba a tomar decisiones y sin importar las consecuencias me iba a felicitar, porque seguía viva, porque podía pensar, porque tenía dominio propio, porque podía decidir, ¿Qué importaban las consecuencias cuando tenía esos privilegios?Me había alejado de todo lo que conocía para conocerme a mi misma y lo había conseguido.
Estaba orgullosa de mí.
Orgullosa de mi crecimiento.
Orgullosa de mi capacidad.
Orgullosa de mi aprendizaje.
Orgullosa de haberme graduado de la universidad.
Orgullosa de haber educado a mi hermana.
Orgullosa de haber encontrado el amor.
Orgullosa de haber encontrado la amistad.
Orgullosa de haber superado dificultades.
Orgullosa de estar viviendo, porque una cosas es estar vivo y otra cosa es vivir.
Y yo estaba teniendo tantas cosas que muchas personas querrían tener que no puedo ser malagradecida y renegar de todo lo que la vida me ha permitido tener.Así que estaba en paz conmigo misma para poder regresar a casa.
Era hora de regresar a casa.
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Una Mujer Bien Pagada ✔️
RomansaElla se hace llamar "Black", destruirá cada uno de los conceptos basados en las actitudes de las mujeres que cobran por sus servicios... especiales. Damas de compañía. Enseñará a cada uno de sus clientes que el dinero no es más poderoso que ella. Q...