VEINTIUNO

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Axel me miró con sus ojitos rojos, casi llorando; si pudiera escuchar atentamente, seguro el primer sonido sería el de su corazón siendo destrozado, pero tenía que saber todo.

—Pero la seguridad de Yoce valía más —continué hablando—. Así que luego de poder alargar el plazo volví a trabajar como prostituta, pero fui más inteligente, así que ganaba más y más, en menos de medio año pagué un veinte porciento, me convertí en una mujer bien pagada... solo me faltaban veintidós millones, pero no sé qué pasó, ellos ya habían dejado de amenazarme, pero sabía que me espiaban, los veía todos los días, a cada rato, en todos los lugares, pero no habían amenazas, por eso estoy pensando que es culpa de Lucas...

—Ellos creen realmente que eres una soplona.

Yo asentí a su deducción.

—Ellos deben de tener a Yoce y te estoy diciendo ésto... porque no sé que hacer —confesé.

—Yo soy un porcentaje de ti, cuando no puedas pensar... lo haré yo —murmuró dando un apretón recorfortante a mi rodilla—. Solo tengo cinco millones Black, voy a buscar la manera de...

—¡No! —lo detuve exaltada— No pretendo ésto, no quiero el dinero... buscaré la manera de encontrar otra cosa, tú solo... solo ayúdame a encontrarla... es lo único que necesito.

—Pero si te doy lo mío será...

—¡Que no, Axel! —grité— ¡Piensa en tu futuro con Majo, ella...!

—¡No me interesa el futuro con Majo! —gritó interrumpiéndome, pero yo no lo ví a él, ví a la figura femenina que corría por el pasillo, alejándose de nosotros.

—Ay mierda —murmuré—. Eso sonó muy feo...

—Ay mierda —murmuró Axel—. La cagué...

Yo asentí, mirándolo compasiva.

—Tranquilo, si estaba ahí era porque nos estaba escuchando, seguro luego entiende lo que quisiste decir en realidad —Lo consolé.

Axel quitó su mano de mi rodilla y la llevó a su rostro, estrujando sus mejillas con fuerza.

—Tenemos que resolver ésto —habló fuerte—. Tú... ve a hacer lo que haces para conseguir dinero... yo iré a conseguir más, y a la vez busco a Yoce... y no hay nada más que decir.

—Pero, Axel...

—Axel nada, yo soy mayor, me haces caso y listo —Sentenció.

Yo arrugué mi entrecejo y un puchero involuntario se formó en mis labios.

—De acuerdo.

Axel se levantó y extendió su mano para levantarme.

—Eres fuerte, puedes con ésto y más —murmuró en mi oído, rodeó sus brazos por mi cuerpo y me dió un abrazo fraternal.

—Quiero hacer algo útil con Lucas —confesé separándome—. Él me ha causado muchos problemas en tan poco tiempo... maldito sea el día en que nació.

—¿Qué tienes pensado? —preguntó mi amigo, mientras caminabamos por el pasillo le conté todo el plan que tenía, para poder estructurarlo o alinearlo con el suyo, Axel comprendió todo y me hizo saber su idea con respecto a todo.

Mi mejor amigo era increíble. Todo un criminal.

• • •

Luego de tomar un segundo baño y vestirme adecuada para la situación, uno de los hombres de Axel me llevó hasta el centro, salí del auto e inmediatamente me acerqué hasta otro, sin decir nada o pedir permiso, abrí la puerta trasera de la camioneta y me subí lo más elegante que los tacones de diez centímetros me permitían.

—Lo dije la primera vez y lo seguiré diciéndo —murmuró el hombre a mi lado—: Eres la mujer más hermosa y sensual que puede existir.

Leonardo tomó mi mano y como todo el galán que solía ser, dejó un beso delicado en mis nudillos.

Yo sonreí ampliamente y lo miré con los ojos entrecerrados.

—Tu galantería la puedes dejar para las otras, Leo —dije suavemente—. Conmigo no funcionó y no funcionará.

—Ven aquí.

El chófer, por orden de Leonardo, subió el divisor para darnos más privacidad, viéndome segura, me impulsé y pasé una pierna por encima de los muslos del hombre que esperaba paciente admirando mis movimientos, quedando a horcajadas en sus piernas.

Él, seguro de si mismo y sin ningún temblor, rodeó mi cintura con sus fornidos brazos, yo hice lo propio y rodeé su cuello con los míos.

—Extrañé tu cuerpo —susurró cerca de mis labios. Yo rocé de forma provocativa, invitándolo a cerrar la distancia.

—Ya lo sé —Mi voz sonaba más chillona de lo normal, no llegando al límite de lo fastidioso, sino al tono altanero y sensual que usaba en estos casos. Un pensamiento cruzó por mi mente en ese instante.

Nunca había usado ese tono con Saint. Ni siquiera lo necesité.

Los labios de Leonardo aprisionaron los míos, besándome como solo él podía hacerlo, de forma sexual, sin ninguna intención sana o inocente en sus caricias.

Un gemido intencional salió de mis labios cuando sus manos bajaron hasta mis glúteos y apretaron fuerte para rozar su sexo con el mío.

Introduje mi lengua en su boca y exploré su cavidad bucal hasta que sentí como el auto se detuvo.

—¿Cuántos me darás hoy? —preguntó.

—¿Cuántos te di la última vez? —pregunté en cambio.

—Tres.

Besé sus labios un momento más y respondí:

—Hoy serán cinco.

—Promételo —pidió en un susurro.

Pasé mi lengua por su labio inferior, como si estuviese lamiendo una paleta y luego me fui directa a su lóbulo, chupé, provocando un jadeo de su parte.

—Lo prometo.

Ambos bajamos del auto y caminamos tomados de la mano hasta recepción, luego de verificar el número de habitación nos encaminamos hasta el lugar.

—¿Que me harás hoy? —preguntó, cerrando la puerta de pulcra madera.

—No sé —respondí, y sin esperar nada empecé a bajar el cierre de mi vestido rojo— ¿Qué quieres que te haga?

Sentí los dedos de Leonardo acariciar mi espalda y luego tomar el control del cierre que se deslizaba por toda mi columna.

—Me gustaría todo de ti y lo sabes —murmuró, su aliento chocó contra mi cuello, erizando mis vellos del crecimiento del cabello.

—No vayas allí —murmuré casi suplicando.

—No lo haré —luego de bajar el cierre, empezó a dar suaves besos por mi cuello—. El "No" de una dama se respeta, y más si es tuyo.

Me giré y lo encaré.

—Creo que mereces un premio —Sonreí.

—¿Como cuál?

Sin decir nada, saqué el vestido de mi cuerpo y lo tiré lejos de mí, luego coloqué una rodilla en el suelo y le siguió la otra. Alcé la mirada y la fijé en sus ojos mientras desabrochaba su cinturón.

Leonardo sonrió.



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Una Mujer Bien Pagada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora