VEINTICINCO

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—¡Esto es por actuar como una persona siendo otra!

Y lo golpeé más fuerte para hacerme daño a mi misma y castigarme por hacer lo mismo que él.

—¡Esto es por mi madre! ¡Porque cada vez que llamaba a la policía nadie le hacía caso!

Otro golpe.

El rostro de Lucas ya estaba cubierto de su sangre y la mía, mis dedos estaban entumecidos, aunque podía sentir el palpitar que el maltrato me generaba.

En un arranque de frustración, tomé mucha fuerza y empujé la silla de Lucas hacia atrás, él cayó estrepitosamente golpeándose la cabeza y lastimando su espalda, pero sin importar nada, me subí a horcajadas encima de él, me quité los anillos y empecé a golpearlo a secas. Quizás tenía los dedos fracturados o la piel hecha trizas, pero no importaba, porque sentía que estaba liberando todo lo que había reprimido en las horas que Yoce tenía secuestrada.

—¡Te odio mucho, carajo!

—¡Basta! —gritó alguien, pero y una mierda, nadie me iba a detener.

En contra de lo que yo pensaba, unos brazos rodearon mi cintura y me cargaron, alejándome del cuerpo moribundo de Lucas.

Luché y luché, pero la imagen frente a mi me dejó extasiada. Lucas estaba desmayado y sangrando.

Me sentí poderosa. Aunque los dedos me dolían demasiado, quizás sí había algunos fracturados.

—Ya basta, vamos, tranquila —la voz de Axel llenó mi sentido auditivo por completo, puesto que estaba susurrando en mi oído.

Fui consiente de haber salido de la habitación y que, sin soltarme, caminó conmigo hasta la suya.

—Verdammt, verdammte Scheiße, Scheiße, Scheiße, Scheiße und noch mehr Scheiße.
(Maldita sea, maldita mierda, mierda, mierda, mierda y algo más de mierda.)

—Ya basta —me detuvo Axel de mi palabrería.

Yo respiré profundo, tratando de agarrar el aire que había perdido durante los minutos segada por la rabia.

—Conseguí dos millones —murmuró Axel.

—Ya no lo necesitamos, conseguí el dinero completo, solo tenemos que hablar con los alemanes —mi voz sonaba entrecortada por la falta de aire que había en mis pulmones.

—¿Quién te lo dió?

—Eso no es lo importante, lo importante es que...

—¡Sí es importante! —me gritó.

—¡No me grites! ¡¿Qué te pasa?!

—¡No me pasa nada! ¡¿Por qué no me puedes decir?!

—¡Porqué no es tu problema!

—¡Sí lo es! —siguió gritando

—¡Voy a empezar a creer que lo que dice Majo es verdad si sigues con esta absurda escena!

—¡Y si lo es, ¿Qué?!

Enmudecí. Y él también.

—¿Que mierda estás diciendo? —murmuré con la clara perplejidad plasmada en mi rostro. Él bajó la mirada al suelo y no respondió— ¡¿Que estás diciendo?!

Él me miró fijo cuando se dió cuenta lo alterada que estaba.

—Estoy confundido...

Empecé a caminar de un lado a otro, presa de la confusión.

—Ya basta, ya basta.

Sin escuchar nada más, salí de allí y corrí hasta llegar a uno de los autos, el chófer me dió la llave, yo subí y salí a toda prisa del estacionamiento del edificio.

Una Mujer Bien Pagada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora