Capítulo 4

10 1 0
                                    


Al caer la noche Keira se acomodó en el primer lugar seguro que encontró y cerrando los ojos se concentró en escuchar el piar de los pájaros. Las noches anteriores no había tenido demasiados problemas en dormirse debido a lo exhausta que estaba, pero ahora que sus heridas sanaron y sus fuerzas comenzaban a aumentar las imágenes de su pasado se arremolinaban en su mente tratando de escapar de la prisión a las que las había confinado. Los recuerdos de las noches en las que su única compañía era el dolor hacían que su cola se crispara.

Cerca de dos horas después Keira notó el repentino cambio del ambiente que la rodeaba. Todo había quedado completamente en silencio y una helada brisa revolvió su colorido cabello. Abriendo los ojos observó como el cálido bosque se transformaba en un árido lugar, lleno de árboles muertos y flores secas, una fina capa de hielo se extendía por la seca tierra hasta llegar a sus pies. No necesitaba mirar el cielo para saber que el sol había sido ocultado por pesadas nubes grises.

Siempre era lo mismo. Sin importar cuanto tiempo pasara o cuantas veces estuviera allí, simplemente el sol jamás brillaba a través de las nubes ni nuevas plantas crecían. Estaba atrapada en su mente a merced de lo que su propia magia quisiera hacerle.

—Es una lástima ¿verdad? —dijo una voz femenina.

Keira volvió su mirada al árbol cercano observando como la joven se acercaba a ella. Físicamente eran casi iguales, ambas de piel blanca debido a la falta de sol, cabello rojo en degrade con mechones dorados y plateados, ojos felinos y de esbelto cuerpo, la única diferencia era que las manchas de sus orejas y cola eran negras mientras que las de Keira blancas. Sin embargo, sus similitudes terminaban allí, sus personalidades eran como el agua y el aceite, mientras que Keira mataba por defensa, ella lo hacía por placer, si una amaba la vida, la otra la muerte, ella buscaba venganza mientras que Keira solo quería libertad. Eran las dos caras de una misma moneda y aun así no podían existir sin la otra.

—¿Ahora qué quieres? —preguntó Keira agotada.

—¿No deberías saberlo ya? —La voz de la joven era helada como el hielo y una oscura sombra bailaba en sus ojos—. Déjame tomar el control Keira, sabes que puedo conseguirte lo que más anhelas.

—No.

—¿Por qué vivir en la incertidumbre si puedo acabar con ello? —preguntó al mismo tiempo que alcanzaba el rostro de Keira para jugar con sus cabellos—. ¿Por qué huir cuando simplemente puedes forjarte una vida? Solo déjame tomar el control Keira y entonces serás libre.

—¿Y a cuantos tendrás que matar para lograrlo?

—¿Acaso importa? Al final de todo tú serás la vencedora. ¿No es por eso que has luchado todo este tiempo? ¿Para demostrarle a ellos que no eres lo que piensan? ¿Qué jamás serás lo que ellos quieren?

—En el momento que ceda a ti Layrah, lo seré —afirmó Keira mirándola a los ojos. Estos podían ser idénticos a los de ella, pero la locura que se escondía en los de Layrah no estaba presente en los suyos.

—¿Cómo estas tan segura? Tú y yo somos la misma —ronroneó.

—Te equivocas.

Layrah suspiró dramáticamente y una cruel sonrisa cruzó su rostro enviando escalofríos por la columna de Keira.

—Algún día, pequeña, algún día entenderás que tengo razón —dijo pasando una de sus afiladas garras por la mejilla de Keira haciéndola sangrar—, y entonces cuando eso llegue dejaras de luchar.

—Eso jamás sucederá.

—No te confíes Keira, varias veces estuviste cerca de ceder.

—Y fue el peor error de mi vida.

La cara de Layrah se torció en una mueca furiosa y con un gruñido se abalanzó sobre ella. Un rayo cayó del cielo y una llamarada de fuego surgió del lugar quemando todo lo que pudiera tocar, Keira luchó por apartar las manos de Layrah de su cuello arañando fuertemente sus brazos y todo lo que lograra tocar de ella, sin embargo, Layrah permaneció en el lugar gruñendo palabras incomprensibles mientras aumentaba la presión en su cuello.

El humo del ambiente solo empeoraba la creciente asfixia de Keira mientras el fuego cada vez más se acerba a ellas, un gruñido de frustración escapó de sus labios y una vez más empujó inútilmente a su contrincante. Pronto el incendio las rodeó y con una sola mirada de Layrah detuvo su avance esperando que su ama le ordenara que hacer; no importaba que tanto Keira luchara por apartarla o por tomar el control del fuego ninguno de los dos respondía a sus intentos dándole a entender que de alguna manera ella se estaba fortaleciendo. Jadeando por aire observó los inclementes ojos de Layrah viendo reflejada en ellos su expresión aterrorizada, poco a poco cerró los ojos cayendo en la inconciencia recriminándose una y otra vez por ser tan débil.

^.^ ^.^ ^.^ ^.^ ^.^ ^.^

Como lo prometido es deuda xD aquí les dejo un nuevo capítulo.

¿Ustedes que prefieren café, chocolate o té?

Feliz semana a todos.

Instinto AnimalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora