Keira miraba distraídamente la práctica frente a ella mientras pensaba en lo que haría una vez el Jaykon comenzara. Los concursos eran una gran forma de mantener su mente ocupada y no pensar en lo que sucedería cuando Taranis la encontrara, pero sabía que no era una buena idea involucrarse en la mayoría de ellos ya que podrían tener el efecto contrario. Lo que la llevaba a Layrah. Su magia continuaba molestándola y más de una vez había tenido que retirarse de los entrenamientos porque no lograba callarla. Sus continuas pesadillas alimentaban la ira de Layrah y la dejaban a ella en alerta por varias horas.
Siempre pensó que una vez estuviera fuera del alcance de Taranis y sus hombres, iba a poder relajarse un poco, en cambio desde el momento que llegó a Crystalia había comenzado a experimentar pesadillas. Tenía que encontrar una forma de mantenerse controlada durante el festival y evitar que la adrenalina e instintos desencadenaran a Layrah.
El sonido de pasos apresurados la sacó de sus pensamientos y con curiosidad volvió su mirada hacia la puerta de la mansión. Pasaron varios minutos antes de que esta se abriera y una criada se acercara corriendo a lord Milstog.
Aparentando ver la práctica Keira prestó atención a la susurrada conversación que se daba a varios metros de ella.
—Uno de los centinelas ha venido a ver a vuestros campeones, milord —le informó la criada con voz temblorosa—. Os está esperando en la sala de reuniones.
Layrah siseó levemente en su mente y ella contuvo el aliento mientras esperaba la respuesta de William.
—¿Cuál de ellos? —preguntó el elfo sin apartar la vista del campo de entrenamiento.
—Tzefanyah, milord. —Aliviada Keira soltó la respiración sin prestarle atención a la molestia de Layrah.
—Decidle que vamos en un momento —ordenó lord William.
Keira volvió su mirada hacia el elfo y no le sorprendió ver que no hacía nada para interrumpir la práctica. A William le molestaba los imprevistos y haría lo que fuera para que las cosas fueran a su manera. Finalmente, luego de varios minutos dio un paso adelante y se aclaró la garganta.
—Adal, Loian, Mara y Keira venid conmigo —ordenó con voz fuerte—. Los demás continuad entrenando.
Keira miró divertida como lord Milstog se dirigía a la mansión sin comprobar si lo seguían, de haberlo hecho se habría dado cuenta que ella no se había movido de su asiento en el suelo. Loian dándose cuenta de ello le hizo una seña con la mano, pero ella lo ignoró y solo se levantó varios minutos después de que los cuatro se hubieran marchado.
Caminando relajadamente se dirigió a la sala de reuniones, decidiendo sacar el mejor partido de aquella situación y conocer con qué clase de personas andaba su hermano.
* * *
Zeph se apartó de los ventanales al escuchar la puerta abrirse, y observó con molestia la entrada de lord Milstog. Al igual que todo en la mansión lord William ostentaba opulencia, sus finas ropas de seda se ajustaban a su robusto cuerpo, resaltando su blanca tez, llevaba su largo cabello rubio recogido en una coleta alta, con una pluma de pegaso negro adornándolo.
Sonriendo lord Milstog se acercó a Zeph y colocando su mano derecha sobre su corazón inclinó la cabeza en el saludo habitual de los nobles.
—Sed bienvenido a mi humilde morada, caballero centinela.
Zeph sonrió cortésmente ocultando su molestia ante las palabras del noble.
—Gracias lord Milstog.
—Espero que mis criados os hayan atendido bien en mi ausencia —dijo el elfo mirando fijamente a Zeph.
—Por supuesto, milord. Vuestro personal es bastante atento.
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Instinto Animal
FantasíaEllos detuvieron la guerra... Siglos atrás cuando Crystalia estuvo sumida en la oscuridad, un grupo de valientes tomaron la decisión que cambiaría el transcurso de la historia. Aseguraron que la magia prevaleciera y que los inocentes no sufrieran. A...