Capítulo 11

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Varios días habían pasado desde su investigación en el bosque y Zeph aún no podía entender como todo podía enredarse tanto. Desde que Caliza despertó, Lena había intentado descifrar que era exactamente lo que le había sucedido, sin embargo, los exámenes y pruebas que debían realizarle avanzaban lentamente debido al estado emocional de la joven, lo cual también significaba que ellos seguían sin pistas contundentes y no podían volver a preguntarle sobre lo sucedido, ya que, según su hermana había un gran riesgo de que las memorias desestabilizaran aún más a Caliza y comenzaran a afectar a su magia.

Por otro lado, los casos de personas afectadas negativamente por las nuevas drogas aumentaban cada vez más, y el rastreo de los vendedores comenzaba a dificultarse como resultado de la gran distribución que estaban teniendo. Los análisis de las pocas muestras que habían logrado recolectar estaban siendo infructuosos y los ancianos del gobierno Ylenor se negaban a declararlas ilegales sin pruebas científicas que demostraran su riesgo, no obstante, las demandas por parte de los afectados y sus familias exigían que los vendedores fueran llevados a juicio y castigados conforme a la gravedad de la situación. Crialex Wringows solo había sido uno de los cinco juzgados hasta el momento.

La situación comenzaba a salirse de las manos y el gobierno se negaba a reconocerlo. Rowan les había prohibido indagar más allá luego de que Crialex hubiera sido fichado como el responsable de aquella venta, y Zeph estaba seguro que las cosas eran más profundas que eso. Como si fuera poco el Jaykon se acercaba y los regentes de las cinco sociedades de Crystalia ya habían comenzado a elaborar los preparativos, dejándole a él y a su grupo bastantes cosas para revisar. Estaba seguro que a este ritmo iban tener que recurrir a la ayuda de sus equipos, aun cuando los hombres estaban ocupados con los casos menores y continuaban entrenándose para las labores mayores.

Suspirando se frotó suavemente las sienes y se acercó a la ventana. La energía zumbaba en el aire debido a su estrés y no pudo evitar jugar con ella mientras miraba las nubes pasar. Luego de varios minutos un pitido resonó por la oficina atrayendo la atención de Zeph.

Sacando la flor de cristal de su bolsillo observó el nombre que aparecía sobre la superficie del centro azul antes de deslizar su dedo por uno de los pétalos, inmediatamente la imagen de Linaris se proyectó frente a él. La centáuride sonrió aliviada al verlo.

—Qué bueno que contestas, Tzefanyah. Me preocupaba que estuvieras ocupado.

—Siempre estoy ocupado, pero necesitaba un descanso —dijo Zeph inexpresivamente—. ¿Sucede algo?

Linaris suspiró y la sonrisa desapareció de su rostro.

—Encontramos dos cuerpos más en nuestro bosque del olvido.

Zeph apretó la mandíbula y varias chispas violetas saltaron de sus dedos. Había tenido la esperanza que aquella llamada no se debiera a eso.

—En unos minutos estaremos allá. Gracias por avisarme.

La centáuride sonrió tristemente y cortó la conversación.

Frustrado Zeph volvió a guardar el comunicador en su bolsillo y salió de la oficina dispuesto a buscar a Shawn y Zach. Con esos dos ya llevaban cinco cadáveres en ese mes. No le sorprendería si Astrid —la gobernante de la sociedad centáuride— pronto exigía un concilio.

Zach estaba en el campo de entrenamiento dirigiendo a los cinco hombres que pronto conformarían parte de su nuevo grupo, sin embargo, tan pronto vio a Zeph dejó a Korran a cargo de la sesión y se unió rápidamente a él. Solo necesitaba ver la expresión tensa de su amigo para saber que tenían trabajo por hacer.

Tardaron varios minutos buscando a Shawn, pero finalmente lo encontraron en el jardín sentado junto a la fuente. Una expresión de dolor oscurecía su rostro y continuamente respiraba profundo en un vano intento de calmarse. En la última semana aquella expresión se había vuelto frecuente en su cara; a menudo Zeph lo encontraba mirando pensativamente el aire frente a él cuando creía que nadie lo observaba. Y estaba comenzando a preocuparse por ello.

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