Capítulo 6

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Keira se despertó gritando, el sudor corría por su pálida piel, su cola estaba crispada del miedo y sus orejas se habían aplanado contra su cabeza. Desde que había cerrado sus ojos, los recuerdos de su pasado la atormentaron mezclándose con sus miedos, formando así horribles pesadillas. Le tomó varios minutos lograr calmarse y reconocer el lugar donde estaba, el sol aún estaba en lo alto del cielo brillando con todo su esplendor, pero su reloj interno le dijo que pronto comenzaría a atardecer.

Sabiendo que eso era lo mejor que podía llegar a descansar, salió del pequeño agujero y trepó uno de los árboles cercanos para recoger los frutos. Mientras comía evaluó la situación en la que se encontraba intentando decidir su próximo movimiento. Estaba segura que los miembros de Silvertec ya debían haber sospechado que ella se encontraba en Crystalia, y la ventaja que había logrado obtener comenzaba a reducirse considerablemente. Lo primero que harían sería buscarla en Laynas y luego en un lugar despoblado, lo que los conduciría hacia allí. Con algo de suerte tardarían al menos tres días en descubrir lo del incendio. Pero las probabilidades de disponer de ese tiempo eran muy escasas. Si continuaba moviéndose hacia el norte pronto saldría del bosque y encontraría algún poblado o cuidad, podría esconderse allí durante un par de días antes de volver a ponerse en marcha, sin embargo, si hacía eso correría un gran riesgo estando cerca de otras personas. No conocía cuántos miembros tenía Silvertec y sin saberlo podría toparse con uno, sin mencionar que Taranis consideraría la probabilidad de que ella se ocultara en una pequeña ciudad, aun sabiendo que prefiere la soledad.

Fuera por donde fuera estaba atrapada. Frustrada tiró la morada semilla al suelo y apoyó su cabeza contra el tronco. Por el momento su mejor opción era refugiarse en medio de una multitud, luego ya pensaría que más hacer.

Keira tardó dos días en encontrar la siguiente ciudad; durante su viaje había visto varios poblados pequeños dentro del bosque lo que la obligó a dar rodeos, pero finalmente llegó a Ryhz. A diferencia de Laynas la ciudad no estaba cercada y las coloridas casas y el bullicio del lugar eran notorios desde el borde del bosque donde se encontraba.

Deshaciéndose de su parcial transformación sus orejas, bigotes y cola desaparecieron, y luego de asegurarse de que nadie la estuviera mirando entró en la ciudad. Esta vez nadie custodiaba la entrada, sin embargo, tan pronto pisó las acristaladas calles una fuerte opresión se instaló en su pecho haciéndola jadear por la sorpresa. Un gruñido furioso resonó en su cabeza y supo que de algún modo la ciudad de Ryhz tenía una barrera mágica que debilitaba levemente su magia.

Conteniendo un gruñido molesto caminó por las calles, observando todo a su alrededor. La mayoría de edificios estaban decorados en los marcos con numerosos símbolos y dibujos brillantes de varios animales mágicos y plantas. No le tomó más de cinco minutos saber que todo en aquella ciudad estaba encantado. Un zumbido pasó por encima de su cabeza y levantando la mirada observó varias hadas revolotear sobre las casas, una opresión se instaló en su pecho al notar que todos los que la rodeaban eran hadas o elfos.

Obligándose a permanecer calmada continuó caminado por las calles hasta llegar a un pequeño parque. El agua que manaba de la gran fuente llenaba el aire con una esencia fresca que flotó hasta su nariz, varios niños chapoteaban contentos dentro de ella mientras sus padres los vigilaban a una distancia segura. No le pasó desapercibido los dos elfos que rondaban por el parque mirando todo con atención, ni la forma en que cada una de las personas que había allí fijaba su mirada en ella a medida que avanzaba lentamente hacia la fuente. Fingiendo que aquello no le molestaba colocó sus manos bajo el chorro de agua y luego se las llevó a la boca, bebiendo el frío líquido. Los niños no tardaron en volver a sus juegos y pronto sus padres regresaron a lo que estaban haciendo antes, sin embargo, las conversaciones fluían en susurros y le costó mucho no tensarse cuando una mujer la menciono a ella.

Justo cuando estaba por dar media vuelta y marcharse vio por el rabillo de su ojo que los dos elfos comenzaban a acercarse a ella. Apretando los dientes luchó contra sus instintos impidiendo que sus garras surgieran y en cambio optó por pasar su mano fría detrás de su cuello. El día estaba bastante caluroso por lo que no resultaba extraño su acción, no obstante, estaba consciente que los rasguños que había en su saco llamarían la atención de cualquiera que la viera.

A medida que los elfos se ubicaban a cada lado de ella, sus instintos y magia pulsaron en su interior presintiendo el peligro. Cuando estuvieron a dos pasos de ella, Keira se volteó y enfrentó la mirada del más alto de los dos, no sin de darse cuenta rápidamente que ambos llevaban el mismo uniforme.

—Sois nueva en la ciudad —declaró fríamente el elfo, analizándola de la cabeza a los pies. Aquella inspección molestó a Keira que entrecerró los ojos en él, pero esperó a que continuara—, ¿Tenéis alguna razón específica para vuestra visita? De ser así nosotros os acompañaremos hasta el lugar dado que no conocéis las calles.

Keira bufó irritada.

—Esa es una patética excusa para cubrir el hecho de que planeáis vigilarme.

El hombre frunció el ceño.

—Tened cuidado de como os dirigís a nosotros, niña —dijo el segundo elfo acercándose más a ella con la intención de intimidarla, sin embargo, Keira solamente se limitó a mirarlo—. Como soldados podemos haceros pagar muy caro vuestro irrespeto.

Keira apretó los labios ante la amenaza, reteniendo el gruñido que se estaba formando en su garganta y observó detalladamente a los dos hombres, sin importarle que su mirada pudiera parecerles irrespetuosa. El más alto de los dos llevaba su largo cabello plateado recogido en una coleta baja, una delgada trenza verde con un diamante incrustado en ella colgaba de uno de sus mechones cayendo sobre una de sus orejas ligeramente puntiagudas. Los plateados botones de su larga chaqueta negra tenían estampados una especie de símbolo, mientras que en sus hombros estaba bordado un gran árbol con hilos azul claro; debido a su estilo abierto los extremos de la capa caían más abajo de sus rodillas dejando ver su pantalón negro y las largas botas que llevaba. Una espada colgaba de su cadera bajo su chaqueta. Viendo su inspección el elfo apartó levemente el borde y con un gesto amenazador colocó su mano sobre la empuñadura.

Sin amilanarse detalló el uniforme de su compañero notando que los colores de sus botones y bordados variaban, además de la ausencia del diamante en su trenza. No le fue difícil deducir que debía ser de menor rango.

Molesta por su intento de intimidación Keira gruñó levemente.

—¿Qué queréis?

El líder cerró el espacio entre ellos y la miró a los ojos sin molestarse en ocultar su enojo.

—Vamos a llevaros ante lord Milstog, y vos nos seguiréis sin protestar —ordenó agarrando su codo—. Ya veremos si esa valentía vuestra os dura hasta entonces.

Keira apretó la mandíbula intentando ignorar a Layrah. A ella le divertía como aquellos elfos, aun siendo soldados entrenados ignoraban el peligro que presentaba para ellos. No le tomaría más de un minuto en dejar que sus poderes viajaran a través de la mano del elfo hasta su energía vital y solo necesitaría un firme tirón de sus hilos de magia para matarlo, Layrah incluso le recordó que aun sin el uso de sus poderes deshacerse de ellos no sería ningún problema para ella.

Molesta por la actitud de su magia Keira contuvo su parte animal y apretó el control que tenía sobre Layrah mientras se dejaba guiar por las calles; no quería llamar la atención sobre su paradero ni que sus actos cayeran en oídos erróneos. Por el momento vería quien era ese tal lord Milstog y que representaba para ella y a partir de eso tomaría una decisión sobre qué hacer.

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Aquí les dejo el nuevo capítulo. 

¿Cómo les fue esta semana? En mi caso fue algo caotica con un monton de cosas que hacer e ideas que organizar xD.

¡Feliz San Valentin a todos! Y Feliz semana

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