Capítulo 14

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Keira caminaba por las calles de Winsmar mirando todo con fingido desinterés mientras seguía a Adal por las tiendas del mercado negro. El ogro no había volteado a mirarla ni una sola vez desde que habían guardado sus monturas en uno de los establos a la entrada de la isla.

De vez en cuando Adal se detenía enfrente de una de las tiendas observando con interés los productos expuestos en las vitrinas, pero hasta el momento nada de lo que habían visto había capturado la atención de Keira. En cambio, su interés se centraba en las personas que caminaban junto a ella y en los vendedores que de vez en cuando salían de sus tiendas a observar la actividad del mercado.

Un gruñido involuntario salió de los labios de Keira cuando pasaron frente a una tienda de pociones de la cual salía un apestoso olor a rancio. Adal se rio al escucharla y se volteó a mirarla con una sonrisa burlona.

—¿Vuestros sentidos son demasiados refinados para el bajo mundo? —preguntó el ogro con sorna.

Keira puso los ojos en blanco y fijó su mirada nuevamente en la multitud caminando en las calles. Algo que aún no comprendía es porque todos los que llegaban a Winsmar tenían que usar aquellos antifaces. Era bastante extraño considerando que la existencia del mercado era bien conocida por muchos, o al menos esa fue la impresión que ella tuvo cuando William le ordenó visitar el lugar junto con el ogro y comprar lo que necesitaba para el Jaykon. Y considerando la cantidad de personas que estaba viendo no creía haberse equivocado.

Un cambia-formas pasó junto a ella y Keira frunció el ceño al ver que su máscara era diferente. Adal no se había molestado en explicarle porque tan pronto alguien aterrizaba en la isla los elfos que patrullaban ese lado de la isla les entregaban a todos antifaces verdes con plumas, y ella tampoco se molestó en preguntar. Sin embargo, entre más tiempo pasaba allí, mas comenzaba a notar la extrañeza del lugar. Un elfo con mascara negra y plumas verdes salió de la tienda que Adal estaba mirando y se mezcló en la multitud.

Los sentidos de Keira se agudizaron y sus instintos animales la colocaron alerta. Sin dejar de caminar Keira analizó sus alrededores tratando de descifrar lo que sus instintos le decían, le tomo varios minutos notarlo, pero finalmente lo vio. Cerca de una tienda de hierbas una mujer y un hombre con mascara negra observaban atentamente la multitud, mientas que el mismo elfo de antes entraba y salía de las tiendas sin comprar nada.

Keira entrecerró los ojos y los observó por varios minutos más antes de buscar más mascaras negras en medio de las calles. Cuando las encontró su tensión disminuyó al darse cuenta que eran la vigilancia del lugar y que ninguno de ellos le prestaba especial atención a ella.

Una tienda capturó su interés y de inmediato se dirigió hasta allí, sin importarle que Adal siguiera caminando hasta perderse en medio de la gente.

Mira nada más esas bellezas —susurró Layrah con aprobación al ver las armas y por esta vez Keira estuvo de acuerdo con ella.

Allí frente a ella estaban expuestas diversas armas y artilugios que brillaban reflejando la luz de la vitrina. Un par de dagas atrajeron su mirada y sin perder tiempo entró en la tienda. Varias personas caminaban entre los estantes observando y probando las armas de su interés, pero ella no les prestó atención, en cambio se dirigió inmediatamente al hombre detrás del mostrador.

—Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarrte? —preguntó el hombre al verla.

Keira lo miró por unos segundos notando su muscular complexión y piel oscura. No podía estar segura, pero por sus rasgos y entonación diría que era un centauro, aunque estando él en su forma humanoide era difícil saberlo con seguridad.

—Quisiera ver las dagas de la vitrina —pidió Keira mirándolo a los ojos.

El centauro sonrió divertido ya que no muchos se atrevían a mirarlo directamente debido a su gran tamaño y altura, y se dirigió hacia el expositor. Cuando volvió donde ella estaba le extendió las dagas y dejó que las analizara mientras la miraba con curiosidad.

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