Capítulo 7

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CAPÍTULO 7.

(Selena Gomez/ Lose You To Love Me)


La mala noticia era que los exámenes habían salido casi todos malos.

La buena era que me iría a vivir a casa de Carla para vigilar a Bell.

Por suerte aún se podían hacer muchas cosas para que ella mejorara. Tenía que comer cinco veces al día un menú entregado por un nutricionista. Tomar dos pastillas por la mañana y otra por la noche. E intentar no vomitar la comida.

Cosa que descubrimos que la señorita enferma estaba haciendo muy a menudo.

Lo de la anemia era más sencillo, solo debía tomarse una pastilla de hierro por la mañana y otra por la noche y ya estaría.

Moira llevaría todo su tratamiento desde cerca, así que por los médicos no me preocupaba. Ella era buenísima en su trabajo. Ahora el problema era que yo tenía clases por la mañana y no podía dejar sola a Bell ―corría el riesgo de que no comiera ni se tomara la medicación― así que había conseguido una cita con el rector para hablar sobre si mis clases podían ser por el ordenador.

Y a decir verdad me daba un poco de miedo su respuesta.

Pero era la única opción por el momento. Y aún faltaba una semana para las vacaciones de víspera de año nuevo.

Bueno, por el momento solo tenía que encargarme de que cierta señorita se comiera la sopa de pollo que yo había hecho.

―Iker, de verdad que...

―Sh, calla y come ―señalé su plato aún lleno con la cabeza.

―Es que no tengo hambre aún... ―susurró, haciendo un pequeño puchero que CASI me hizo cambiar de opinión―, puedo comer después. Lo juro. O al menos no me mires tan fijamente.

―Come, Isabella ―dejé la cuchara sobre mi plato vacío, ella se llevó la cuchara a la nariz para olerla y hacer una mueca de asco―. Venga, el pollo al menos.

Apretó los labios, pinchando un trozo de pollo para luego llevárselo a la boca y masticar lentamente para que luego se tapara la boca y se levantara rápidamente de la silla para correr al baño.

Me golpeé la frente con el puño. Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.

Todo por Bell.

Me apresuré al baño y cogerle el pelo para que no se lo manchara, arrodillándome a su lado. Una fuerte arcada la hizo botar todo lo que no tenía en la panza. Estaba seguro que de ser otra persona yo también hubiera vomitado, pero solo... solo sentía un vacío extraño en el pecho.

Igual podría comer por los dos, no me enfadaba.

Le acaricié suavemente la espalda cuando se enderezó un poco. Unas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas.

La atraje de inmediato hacía mí sin pensármelo mucho. Isabella se cubrió la cara para evitar el un sollozo. Apoyé la barbilla sobre su cabeza, inhalando ligeramente el olor de su pelo.

―Y-yo...

―Sh... lo siento, no debí haberte obligado... lo haremos de a poco, ¿vale? ―le dije en voz baja, acariciando su brazo y cuello―. ¿Quieres dormir un rato?

Asintió casi imperceptiblemente con la cabeza como una niña pequeña. Le ayudé a levantarse con suavidad tratando de que no se moviera tan bruscamente. Una vez ya estuvo de pie, murmuró algo sobre que se iba a lavar los dientes a lo que le di un ultimo vistazo antes de dejarla sola.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora