Último capítulo

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¡Último capítulo! Espero lo disfrutéis como todos los otros. Agradezco cada voto, comentario y mensaje de parte de vosotras. Y como siempre, os quiero un montón. Espero poder veros en mi otra novela. "Sentimientos peligrosos" Ahí podréis encontrar romance, odio, acción y muchas cosas más. 

Sin más, os dejo el capítulo. No olvidéis que aún faltan los epílogos. Y pueeeeede que haya un extra pronto :D No me perdáis la fe. 

Admito que estoy llorando por despedir este libro :(

***


Estaba nervioso.

Habían pasado casi tres días desde que había tenido esa conversación extraña con Javier. Y ahora estaba ahí, sentado en una cafetería jugueteando distraídamente con uno de los peluches de Luna.

Además de que habían pasado veinte minutos de la hora acordada y cierta señorita aún no llegaba, me dolía la cabeza como el demonio. Sentía una presión en las sienes como si alguien me estuviera metiendo una mano por ahí. Pero no había tomado nada. Dudaba que pudiese soportar más, pero al menos estaba intentándolo.

Miré el café frente a mí con el ceño fruncido, como si el pobre tuviese culpa de todos mis problemas.

Si ni siquiera sabía qué iba a decir a Isabella cuando llegara, si es que lo hacía.

Apreté los labios, peinando con los dedos el pelo de Luna. Nunca había entendido porqué era tan rebelde. Por más que intentaba hacerle una coleta decente, varios mechones terminaban afuera de la liga dándole un aspecto descuidado. Por suerte tenía el pelo negro y, a pesar de su corta edad, lo tenía bastante largo. Lo suficiente como para que le llegase a los hombros.

Alcé la cabeza cuando una oleada de perfume dulce me hizo arrugar la nariz. Ahí estaba Isabella Anderson con aspecto dormido y una coleta media hecha a la mitad de la cabeza.

Casi me reí de no haber sido porque me puso mala cara al instante. Tenía la camiseta blanca manchada de chocolate y algo que parecía ser helado.

―Ni lo pienses, Iker Henterman ―murmuró, dejándose caer en la silla frente a mí.

Sonreí de lado, negando con la cabeza. Se veía bastante graciosa con la camiseta sucia y la chaqueta a medio poner colgada en el hombro. Tenía la cara algo sucia y el pelo todo desordenado. Ni se parecía a la pulcra Anderson que no mataba ni una mosca.

―Vale, no diré nada ―susurré cuando me atravesó con la mirada, limpiando algo en la mejilla de Luna―. Eh... ¿quieres algo de comer?

Sacudió la cabeza, sonriendo un poco. Admito que me distraje un poco cuando se inclinó hacía adelante para robar una de las galletas de Luna y el escote de la camiseta se bajó un poco, dejando a la vista parte del sujetador.

Sacudí la cabeza, apartando la mirada al instante.

―Quería... mhm... hablar de lo del otro día.

Alzó las cejas, y parecía un poco más interesada.

―Oh... pensé que...

―Creo que lo mejor es olvidar lo de los últimos meses ―la interrumpí, mirándola seriamente. Pestañeó varias veces, tragando la galleta duramente―. Sobre todo, lo malo. Sé lo que dije. Y... ejem... mentí en varias cosas.

―Mira, si Javier te ha enviado...

―No. O sea, él me ha hecho darme cuenta de esto. De... lo que siento. De lo que en verdad quiero.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora