Capítulo 18

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No me culpéis si luego quedáis clownes con este capítulo :D

Aprovecho para decir que no quedan más de dos capítulos y el epílogo. Eso, disfrutad el capítulo.

#Nosoyunaperradébil


Oddie jugueteaba felizmente sobre el césped de la casa. Estaba indeciso. Había vendido un par de pinturas y el pago había sido lo suficientemente bueno como para poder mudarme. Quería comenzar de nuevo en un buen sitio de la ciudad, donde nadie ni nada interrumpiese nunca.

Habían pasado seis meses desde que habían internado a Isabella. No voy a mentir, todo había sido una mierda desde el principio. Las enfermeras ni siquiera dejaban que pasásemos a verla ya que ella no nos quería ver. Se sentía como el infierno que cada vez que intentásemos verla no nos dejaran.

Hasta que me rendí.

Ella no quería, no la obligaría.

Hasta que decidí no insistir más habían pasado cinco meses. Llevaba un mes sin saber nada de ella. Lo último que supe había sido que estaba empeorando por la muerte de una amiga que tenía en el centro. Y nada más. Decidí que lo mejor era darle un tiempo para ella misma.

No quería ser la persona que la forzaría a algo.

Y ahora estaba ahí, mirando casas con mi hija en los bazos.

Tenía apenas un mes de vida. Un mes desde que Beck había fallecido. Fue un golpe muy duro saber que Luna no tendría a su madre con ella, saber que tendría que hacerlo solo. Y tenía miedo. Mucho miedo. No sabía si sería un buen padre o como siquiera debía cargarla, ni menos como vestirla sin sacarle una pierna.

*Inserte frase motivadora de Carla*

Cuando conocí a Luna, había sido amor a primera vista. Era tan pequeñita que cada vez que la tocaba sentía que la iba a romper. Tenía el pelo negro y suave. Sus ojos aún no se descifraban muy bien de qué color eran, pero estaba seguro de que serían claros como los de Beck.

―Y bueno... ehm... esta es la casa.

Miré a la agente inmobiliaria, confuso. Luna dormía plácidamente en mi hombro, ni siquiera parecía estar interesada en su futuro hogar.

―Mhm... ―le di un vistazo nuevamente, deteniendo la mirada en la gran habitación a un costado de la casa―. ¿Aceptan cheques?

La chica, que parecía ser la primera casa que vendía, me miró un poco más emocionada de lo normal, sonriendo ampliamente.

―¡Claro! ¡Oh por dios, solo tiene que firmar aquí y es toda suya!

Asentí una vez con la cabeza, plantando mi firma en la hoja. Hice el cheque y se lo entregué. La chica asintió con la cabeza varias veces seguidas, estrechando mi mano.

Luna se removió en mis brazos, apretando con su pequeña mano el cordón de la sudadera. Oddie dio vueltas a nuestro alrededor, como si supiese que ya teníamos casa nueva.

Acaricié su cabeza, caminando hacía la entrada.

Por primera vez, desde que había nacido Luna, me sentía feliz y completo.

Sentía como si lo tuviese todo.

Aunque estaba seguro que no lo tenía.

Porque ella no estaba conmigo.

***

―Entonces nada más debes poner el agua caliente y ya está. No es tan difícil.

Hice lo que mi hermana, desde su desfile, me estaba diciendo para terminar de hacer el biberón de Luna.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora