Iker Henterman (En edición)

Capítulo 15

Entonces, chicas, en este capítulo os daréis cuenta de que Isabella tiene un antes y un después desde la muerte de Zach, su hermano. Tanto como en amistades, su vida, y su relación con Iker. 

Lamento no haber actualizado antes, pero estaba en semana de exámenes, de hecho, hoy tuve otros dos más sorpresas, así que eso, intentaré recompensarlo pronto. I promise. Ah, y deciros que no habrá más de veinticinco capítulos :)

Pero no me extrañéis, que tengo otra novela Sentimientos Peligrosos, donde los días que no actualizo aquí, actualizo allá. Y pronto (exactamente cuando termine esta) podréis empezar a disfrutar de El Último Adiós, donde Nicholas y Maeve os robarán el corazón, seguro. 

Y también comenzaré a editar Iker Henterman desde mañana por si queréis reelerla, ya que habrán escenas extras :D

Sin nada más que decir, os dejo el capítulo lleno de extras que Isabella nunca os contó.

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CUATRO AÑOS ATRÁS.

Casa de los Anderson.

Inflé mis mejillas, recorriendo la pierna de cierta señorita de pelo negro con un dedo mientras mi otra mano se movía rápidamente sobre el IPad con el lápiz inalámbrico.

―¿Qué dibujas?

Miré esos ojos verdes hipnotizantes que intentaban mirar la pantalla del IPad. Me acomodé un poco más sobre su cama pequeña, pegándola a mi pecho para que no viera nada. Entrecerró los ojos, haciendo un puchero.

Besé su nariz respingada y pequeña, sonriendo.

―Ik... ―pidió, acomodándose a mi costado.

Sacudí la cabeza, volviendo a inflar las mejillas. Isabella se inclinó hacía mí, dándome un pequeño beso en los labios.

―Dilo ―susurré contra sus labios, sonriendo.

Sacudió la cabeza, apartándola para que no pudiese besarla.

―No te lo enseñaré ―sonreí aún más, apartándome.

―Jódete ―apartó mi mano de su pierna, volviendo la vista a sus apuntes de gafitas intelectual.

Solté una risita entre dientes, dándole un vistazo a sus pechos cubiertos por una fina camiseta de tirantes. No llevaba sujetador y hacía frío, así que podía desconcentrarme bastante fácilmente con ella. Para abajo solo iba con unas bragas pequeñas que dejaban bastante poco a la imaginación.

Dejé el IPad sobre la mesita de noche, girándome hacía ella para abrazarla.

―Aparta, estoy enfadada ―masculló en voz baja poniéndome mala cara.

Besé sus mejillas infladas, divertido. Nunca entendía por qué inflaba las mejillas cuando se enfadaba. Apartó la cara, de pronto ya no me parecía tan divertido que estuviese enfadada. Cada vez parecía más serio.

¡Y mis técnicas de reconciliación ya no estaban funcionando!

―¿Qué pasa? ―pregunté en voz baja, haciendo una mueca.

Se mordió el labio inferior, tragando saliva.

―Bell...

―Nunca me dices nada sobre ti ―susurró, dolida―. Lo único que sé es porque o me lo han dicho o lo he visto por alguna página de cotilleos.