Capítulo 14

1K 33 3
                                    


CAPÍTULO UNO DE IKER HENTERMAN.


Balanceé el peso de mi cuerpo de un lado a otro, ignorando a mi mejor amigo morrearse con la rubia que desconocía. Le di una última calada al cigarrillo que descansaba entre mis dedos antes de lanzarlo al piso y darle un pisotón.

―Me voy a clases ―murmuré, aunque dudaba que me escucharan.

Y como lo había sospechado, ninguno respondió. Rodé los ojos, subiendo perezosamente las escaleras del instituto. Probablemente...

―¡Iker, cielo!

¿Tenía que aparecer ahora?

Apreté los ojos, preguntándome por qué me habían hecho tan jodidamente guapo que atraía a todas las tóxicas operadas.

―Wendy ―susurré, más como una súplica que saludo.

Se inclinó rápidamente hacia arriba para besar mis dos mejillas sonoramente, probablemente pintándolas con su labial rojo cereza.

―¿Qué tal? Oí qué harías una fiesta esta noche en tu casa y al parecer se te ha olvidado invitarme.

No, de hecho, no lo iba a hacer.

―Sí, supongo ―murmuré, buscando mi móvil para enviarle la santa invitación por WhatsApp―. Bueno, pues ya estás invitada.

―Oh, genial. Es que eres tan mono.

Y tú tan odiosa.

―Tengo clase, ¿hablamos luego?

O mejor nunca. La que más te apetezca, querida.

―Claro. ¿Le das mis saludos a Carla? ―asentí con la cabeza antes de intentar girarme para darle la espalda y que ella me plantara un beso justo en la comisura del labio―. Te veo en la noche, guapo.

Disimuladamente, cuando se fue meneando las caderas, me pasé la mano por la boca y las mejillas, mirando por el pasillo para que nadie nos haya visto. Los cotilleos volaban en el instituto. La última vez habían inventado que me la había follado en el servicio de las mujeres.

¿Yo? ¿Follando en el servicio con Wendy?

Tampoco estaba tan mal para un simple polvo improvisado, pero ¿en un servicio? Olvídenlo.

Justo cuando iba a girar hacía la cancha de deporte, mis ojos localizaron una melena rizada y negra frente a una rubia y a otra castaña que parecía bastante divertido. Alcé una ceja, de pronto un poco más interesado en que Wendy me hubiese interrumpido.

Isabella Anderson estaba ahí, de pie conversando con mi mejor amigo y la rubia con la que últimamente se lo pasaba montando por donde fuese. Puse mi mejor sonrisa, acercándome rápidamente como si fuera coincidencia que fuese por ahí, aunque mi salón estuviese en la otra ala del instituto.

―... fan número uno, solo...

—¡Javier! —grité una vez estuve a un par de pasos, sin dejar de sonreír, emocionado—. Oh, pero miren a quien tenemos por aquí. Isabella, un gusto verte nuevamente. Sigues siendo igual de fea que siempre, pensé que el verano te había sentado un poquitín mejor.

En realidad, estaba bastante más guapa. Demasiado, de hecho.

Tenía el pelo más largo, perfecto para que pudiese cogerlo en una coleta mientras la follaba, los labios más hinchados y se veía bastante más entrenada. Tenía la cintura pequeña, las tetas bastante más grandes y el culo redondito. Perfecto para que mis manos lo agarrasen.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora