Capítulo 17

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Bueno, alistad los pañuelos que os aseguro que lloraréis en este capítulo. Hasta yo lo he hecho y me ha dolido hasta el alma. Os quiere con su corazón triste, Fer.

Comentad muchos D:

*

Iker giró la cabeza al instante hacía mí cuando Javier colgó.

―Hablaré con mi padre para que contrate a alguien para que vaya a por ella ―susurró, apretando mi mano―, pero necesito que te quedes aquí. Es peligroso. Ellos son peligrosos.

―Es mi mejor amiga, Iker...

―Lo sé, créeme ―acarició una de mis mejillas, apretando los labios―. Pero ellos querían dinero. Y ahora que lo tienen buscarán formas de ganar más...

―Ya, pero... a mi no me buscarán, yo no teng...

―Solo quédate aquí, ¿vale? Yo me encargaré del resto ―me interrumpió―. Haré un par de llamadas y subiré, pero necesito que no llames a nadie ni hables con nadie.

―¿Tan... tan peligrosos son...?

―Trafican drogas ―me recordó, apretando la mandíbula―. Solo... solo hazme caso.

―¿Crees que le hicieron algo o...?

Dejó caer la mano que acariciaba mi mejilla, dejando toda la seguridad que él me transmitía de lado. Se mordió el labio inferior, asintiendo lentamente con la cabeza. Apreté la mandíbula, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.

Iker se enderezó en el asiento, dejando cualquier contacto entre nosotros de lado.

Sabía que no era el momento, pero necesitaba un abrazo o un beso de él. Iker se estaba volviendo como un pilar para mí, el pilar que me mantenía de pie, pero sabía que con cualquier movimiento brusco se caería. Y yo me rompería para siempre.

―Days estará bien, de verdad ―susurró sin mirarme―. Ahora solo tienes que subir y esperar.

Sabía que no podía decir que no. Así que solo asentí con la cabeza, desabrochando el cinturón de seguridad. Iker mantuvo la vista fija en el volante, con los hombros y la espalda tensa. Sin embargo, casi podía ver su cabeza pensando a toda velocidad.

Abrí la puerta del coche y lo miré un segundo, debatiéndome entre si decirlo o no. Hasta que finalmente, aparté la mirada, me pasé la punta de los dedos por debajo de los ojos y me bajé del coche, cerrando la puerta detrás de mí.

Sabía que decirlo era entregarme completamente a él, quedar aún más débil frente a él y si algo había aprendido en todos estos años, era no demostrar tus debilidades frente a una persona o las usarán contra ti. Y más si se trata de Iker.

Mamá me estaba esperando en la entrada del bloque, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas cuando me envolvió en un abrazo apretado. Enterré la cabeza en su cuello, sollozando con fuerza. No sabía si Daysi estaba bien ni si de verdad era la misma chica rubia que le encantaba joder por las mañanas.

En realidad, ya no sabía si lloraba por el cambio repentino de humor de Iker o por Daysi. Jamás le entendería si no me decía nada.

―Vamos arriba, mi amor ―susurró mamá, empujando las puertas con el brazo.

No dije nada, solo la seguí escaleras arriba con la cabeza agachada y el labio inferior temblando. La punta de mis dedos seguía hormigueando insosteniblemente, pero sabía que solo necesitaba dormir un rato para que se me pasara.

Y aunque dudaba que pudiera dormir, cuando entramos a casa, me fui directo a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí, dejándome caer contra la misma. Me cubrí la cara con las manos, dejando que las lagrimas salieran libremente de mis ojos.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora