Capítulo 23

1.2K 47 5
                                    

Reproducid la canción para que os de más penita el capítulo. Je, je, je soy muy mala.

I hate you, i love you/ gnash & Olivia O'Brien.

Penúltimo capítulo. Ju, ju, ju.


Las dos siguientes semanas fueron monótonas. Me levantaba al instituto ―ya que ni dormía por la noche―, tomaba una ducha fría, me vestía, arreglaba mis cosas y me iba al colegio caminando. Año nuevo había sido una mierda, y sinceramente no tenía nada importante a lo que agradecer, por lo que solo estuve en mi habitación con Odie, mi perro.

Papá se iba nuevamente a Alemania ya que tenía que volver al trabajo y sus hijas al instituto. Por lo que me había invitado a tomar un café para despedirse.

Luego de una ducha de media hora, cogí mis mallas negras con el jersey gris que mamá había dejado ahí y me calcé las zapatillas con rapidez.

―Patrick ya te está esperando, cariño ―mamá gritó desde el salón, haciendo que Odie alzara la cabeza al instante.

Besé su coronilla, dándole una pequeña caricia.

―Nos vemos luego, pequeñín. Mami solo saldrá por unos minutos ―le susurré, viendo como sacudía su cola felizmente.

―¡Cariño!

―¡Ya voy!

Cogí mi mochilita, metiendo mi cartera y móvil junto a mis llaves. Le pasé el hueso de juguete a Odie, acomodándolo sobre mi cama y salí de mi habitación, cogiendo mi chaqueta en el camino.

―La dirección está anotada allí.

Le di un beso en la mejilla sin decir nada.

―Me avisas si vas a otro lado, mi amor.

Asentí una vez con la cabeza y salí de casa. Luego de diez o quince minutos después la campanilla de la entrada sonó apenas empujé la puerta con la mano. Desde la entrada pude ver a papá bebiendo tranquilamente un café.

Caminé hacía él con la cabeza ligeramente agachada y me senté a su lado, tragando saliva. No le veía desde que había intentado ir a mi habitación después de lo de... Iker y yo no había querido hablar ni con él ni con Days ―la que igualmente terminó entrando y quedándose conmigo por los tres días siguientes―.

―Hasta que has salido de la cueva ―murmuró, dándole un sorbo a su taza de porcelana.

―Lindo lugar ―murmuré yo, apoyando mi barbilla en el puño.

―¿Qué ha pasado? ―preguntó directamente, alzando las cejas―. No, mejor esperamos a que llegue tu cena, porque estoy cien por cien seguro que llevas más de una semana sin comer algo decente.

―Solo han s...

Intenté decir como una niña pequeña, pero él me interrumpió, enfadado.

―No me mientas, Isabella. Te conozco lo suficiente como para saber que has estado botando la comida. Y mira que se te nota. Estás mucho más flaca que la última vez. Y solo han pasado dos semanas y algo ―me señaló con un dedo acusatoriamente―. Quiero que me digas todo lo que ha pasado o y...

―¿Qué desea ordenar? ―una chica alta y flaca me miró con una pequeña sonrisita y una libreta en su mano.

―Por si no te has dado cuenta es...

―Tortitas con sirope y un batido ―interrumpí a papá, fulminándolo con la mirada―. Todo de chocolate, por favor.

―Tenemos una promoción de ponerle una bola de helado encima por solo dos dólares más.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora