Capítulo 18

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Me he tardado un poco en subir, pero aquí está. Ahora solo queda esperar al capítulo de navidad que QUIZÁS vaya con un mini maratón. Eso, nos leemos pronto, chikibeibis.

[<3]

El pasillo del hospital era tan pulcro y blanco que daba escalofríos. Sin embargo, saber que Days estaba ahí y no en una tumba era mucho más gratificante, la verdad. La madre de Daysi estaba peor o igual que yo de nerviosa a las cinco horas así, sin saber que mierda está pasando adentro.

Javier con mi padre se habían ido hace cerca de media hora a buscar algo de comida. Iker no se había aparecido ni llamado en toda la noche. Mamá estaba al lado mío haciendo muchas llamadas para poder tener un par de días libres. El hermano mayor de Daysi estaba sentado en una esquina mirando la pared fijamente.

Lagrimas silenciosas caían por mis mejillas libremente, recordándome lo inestable que era.

Después de la llamada de Daysi, Javier me explicó que solo había estado unos segundos sin pulso. La muy maldita se había cortado las venas mientras hablaba conmigo. Y que él con Iker en ningún momento se fueron, solo le dieron un poco de espacio.

La única enfermera que había hablado a cambio de un poco de dinero que papá le había metido al bolsillo, había dicho que perdió mucha sangre y que no sabían si sobreviviría. Que por el momento solo se estaban enfocando en las heridas internas que tenía y en la herida que probablemente causó su casi muerte.

Y desde ahí nadie ha dicho nada.

La sala ha estado en silencio todo el rato. Solo se escuchan de vez en cuando mis sollozos y las palabrotas de mi madre hacía su jefe.

―Bueno... yo... ehm... iré a tomar una ducha ―susurró la madre de Days, sorbiendo la nariz―. Necesito pensar un segundo y... estar aquí no ayuda en nada... ¿me podrías avisar por el móvil si Days... Days despierta, por favor?

―Sí, sí, claro ―mamá le aseguró al instante, sonriéndole ligeramente―. Ve tranquila, nosotras estaremos aquí.

―Os lo agradezco inmensamente, de verdad ―susurró por última vez, asintiendo con la cabeza.

Sabía que para ella esto no era fácil. El papá de Days se había suicidado frente a ella. En su momento también había sido bastante doloroso para la familia de ellos. Y estar en la misma situación solo que con una hija...

―No te preocupes ―mamá le sonrió, apretándome contra ella.

La mujer me acarició el hombro antes de perderse por el pasillo con su hijo.

―Tengo que... tengo que ir al b-baño ―balbuceé, levantándome de la silla.

En realidad, solo necesitaba un poco de aire o agua. La cabeza me punzaba a un nivel exorbitante que hacía que mi cerebro ardiera. Casi podía sentir mis neuronas y órganos ―o la mierda que tenga en la cabeza― hirviendo dentro de la nuca.

En el primer motivo estaba la pregunta del por qué Days lo había hecho. En el segundo estaba Iker y las ganas que tenía de golpearle. En el tercero estaba la duda de que si lo quería o si solo me interesaba. En el cuarto estaba el qué hacía mi padre aquí en la ciudad. Y en el quinto estaban las preguntas de por qué me sentía tan... estúpida por el segundo motivo.

Mamá asintió con la cabeza, alejando un poco el móvil de su oreja.

―Ella estará bien, cielo, solo debemos tener paciencia.

―No lo sé, la verdad ―susurré, sorbiendo la nariz.

Giré sobre mis talones y comencé a andar hacía el ascensor. Sabía que mamá no diría nada si me veía bajar ―el baño estaba en la misma planta―, así que solo seguí con mi camino, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora