Capítulo 13. Verdades sobre el asesino

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En la sala común de Slytherin no se pudo dormir aquella noche. Sabía que el castillo estaba volviendo a ser rastreado y todos permanecimos en la sala común, esperando a saber si habían atrapado a Black o no. El profesor Snape volvió al amanecer para decir que se había vuelto a escapar.

Por cualquier sitio por el que pasáramos al día siguiente encontrábamos medidas de seguridad más rigurosas. Al parecer, Sirius Black no solo había logrado entrar en la sala común de las serpientes, también había aparecido en la cama de Ron, apuntándole con un cuchillo en la mano, pues sir Cadogan le había dejado pasar porque se sabía las contraseñas de la semana.

El profesor Flitwick instruía a las puertas principales para que reconocieran una foto de Sirius Black. Filch iba por los pasillos, tapándolo todo con tablas, desde las pequeñas grietas de las paredes hasta las ratoneras. Sir Cadogan fue despedido y lo remplazó la señora gorda. Había sido reparada magistralmente, pero continuaba muy nerviosa, y accedió a regresar a su trabajo sólo si contaba con protección. Contrataron a un grupo de hoscos troles de seguridad para protegerla. Recorrían en pasillo formando un grupo amenazador, hablando entre gruñidos y comparando el tamaño de sus mazas.

No pude dejar de notar que la estatua de la bruja tuerta del tercer piso seguía sin protección y despejada. Parecía que Fred y George estaban en lo cierto al pensar que ellos, y ahora Harry, Ron, Hermione y yo, éramos los únicos que sabíamos que allí estaba la entrada de un pasadizo secreto.

-¿Crees que deberíamos decírselo a alguien?-nos preguntó Harry a Ron y a mí.

-Sabemos que no entra por Honeydukes. Si hubieran forzado la tienda de la entrada de la tienda, lo habríamos oído-dijo Ron.

Lo que decía Ron tenía lógica, y me alegraba que pensara así, ya que si taparan la entrada con tablas, Harry y yo no podríamos volver a Hogsmeade.

Ron se convirtió de repente en una celebridad. Por primera vez, la gente le prestaba más atención a él que a Harry, y era evidente que a Ron le complacía. Aunque seguía asustado por lo de aquella noche, como yo, le encantaba contarle a todo el mundo los pormenores de lo ocurrido.

-Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño...Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo-contaba Ron con voz de narrador.

Al igual que Ron, yo contaba lo ocurrido en las mazmorras, con voz cansada de tantas veces haber dicho lo que sucedió. Tanto a Ron como a mí nos preguntaban lo mismo.

-Pero ¿por qué se fue?-decían todo aquel que nos escuchaba.

Yo me preguntaba lo mismo.

¿Por qué Black había huido de allí? Sirius Black había demostrado doce años antes que no le importaba matar a personas inocentes, y en aquella ocasión se enfrentaba a dos jóvenes indefensos, los dos sin varita.

-Quizá se diera cuenta de que le iba a costar salir del castillo cuando gritaste y despertaste a los demás. Habría tenido que matar a todo el colegio para salir... Y entonces se habría encontrado con los profesores...-decía Harry, refiriéndose tanto a Ron como a mí.

Neville había caído en desgracia. Fue por anotar las contraseñas en un papel por lo que Black pudo entrar, y la profesora McGonagall estaba furiosa con él. Le había suprimido las futuras visitas a Hogsmeade, le había impuesto un castigo y había prohibido a los demás que le dijeran la contraseña para entrar en la torre. El pobre Neville se veía obligado a esperar cada noche la llegada de alguien con quien entrar, mientras los troles de seguridad lo miraban burlona y desagradablemente.

La Chica Muggle //3// (Draco Malfoy y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora