Capítulo 21. Más correo.

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-¡Chicos! Tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos. Antes de que Dumbledore cierre la puerta con llave-dijo Hermione, tirando de la manga de nuestras túnicas, mirando el reloj.

-De acuerdo, ¡vamos!-dije, apartando los ojos del cielo.

Entramos por la puerta que tenía detrás y bajamos una estrecha escalera de caracol. Al llegar abajo oímos voces. Nos arrimamos a la pared y escuchamos. Parecían Fudge y Snape. Caminaban aprisa por el comedor que comenzaba al pie de la escalera.

-... Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimentos. ¿Le darán el beso inmediatamente?-decía Snape.

-En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto de Black ha resultado muy desagradable. No tiene ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin lo hemos atrapado. Supongo que querrán entrevistarle, Snape... Y en cuanto los jóvenes Harry y Hayley vuelvan a estar en sus cabales, también querrán contarle al periódico cómo usted los salvó. Y estoy seguro que El Profeta querrá hablar con la señorita Smith para entrevistarla sobre cómo logró conjurar un patronus con tan solo su edad-dijo el ministro, con voz animada.

*Hablaré sobre eso el día que Hermione y Ron se casen*

Entreví la sonrisa hipócrita de Snape cuando él y Fudge pasaron ante el lugar en el que estábamos escondidos. Sus pasos se perdieron. Harry, Hermione y yo aguardamos unos instantes para asegurarnos de que estaban lejos y echamos a correr en dirección opuesta. Bajamos una escalera, luego otra, continuamos por el corredor y oímos una carcajada delante de ellos.

-¡Peeves! ¡Entremos aquí!-susurró Harry, tirando de nuestras muñecas.

Corrimos a toda velocidad y entramos en un aula vacía que encontramos a la izquierda. Peeves iba por el pasillo dando saltos de contentos, riéndose a mandíbula batiente.

-¡Es horrible! Estoy segura de que se ha puesto así de alegre porque los dementores van a ejecutar a Sirius...-susurró Hermione.

Tenía el oído pegado a la puerta.

-Tres minutos-dijo, mirando el reloj.

Aguardamos a que la risa malvada de Peeves se perdiera de en la distancia. Entonces salimos del aula y volvimos a correr.

-Hermione, ¿qué ocurrirá si no regresamos antes de que Dumbledore cierre la puerta?-jadeé.

-No quiero ni pensarlo. ¡Un minuto!-dijo Hermione.

Llegamos al pasillo en el que se hallaba la enfermería.

-Bueno, ya se oye a Dumbledore. ¡Vamos!-dijo Hermione nerviosa.

-Os voy a cerrar con llave. Son las doce menos cinco. Señorita Granger, tres vueltas deberían bastar. Buena suerte-le oí decir.

Dumbledore salió de espaldas de la enfermería cerró la puerta y sacó la varita para cerrarla mágicamente. Nos apresuramos, un poco asustados. Dumbledore alzó la vista y una sonrisa apareció bajo el bigote largo y plateado.

-¿Bien?-preguntó en voz baja.

-¡Lo hemos logrado! Sirius se ha ido montado en Buckbeak...-dijo Harry jadeante.

Dumbledore nos dirigió una amplia sonrisa.

-Bien hecho. Creo... Sí, creo que ya no estáis ahí dentro. Entrad. Os cerraré-dijo, escuchando atentamente dentro de la enfermería.

Entramos en la enfermería. Estaba vacía, salvo por lo que se refería a Ron, que permanecía en la cama. Después de oír la cerradura, nos metimos en nuestras camas. Hermione volvió a esconder el giratiempo debajo de su túnica. Un instante después, la señora Pomfrey volvió de su oficina con paso enérgico.

La Chica Muggle //3// (Draco Malfoy y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora