Capítulo 4. Los guardianes de Azkaban

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A la mañana siguiente, Tom nos despertó a Ginny y a mí, sonriendo como de costumbre con su boca desdentada y dándonos una taza de té a cada una. Aproveché para vestirme cuando Ginny bajó al bar, y trataba de convencer a Hera para que volviera a la jaula cuando Ron y Harry abrieron la puerta de golpe, Ron estaba enfadado por algo.

Cuando antes subamos al tren, mejor-le dijo a Harry-. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater. Ya sabes, su novia. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...-hizo una mueca-. Hola Hayley-añadió.

Saludé con la mano para seguir convenciendo a Hera.

-Tengo algo que contarte-comenzó a decirle Harry a Ron, pero Fred y George lo interrumpieron, se asomaron a la habitación para felicitar a Ron por volver a enfadar a Percy.

Bajamos a desayunar y nos encontramos al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba con Ginny y Hermione de un filtro amoroso que había hecho de joven. Las tres se reían con risa floja.

-¿Qué me ibas a contar?-preguntó Ron a Harry cuando nos sentamos.

Me podía hacer una idea sobre lo que quería decirle a Ron.

-Más tarde-murmuró Harry, al mismo tiempo que Percy interrumpía en el comedor.

Con el ajetreo de la partida, ni Harry ni yo tuvimos tiempo de hablar con Ron o Hermione. Todos estábamos muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Hera, Hedwig y Hermes, la lechuza de Percy, encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.

-Vale, Crookshanks, te dejaré salir en el tren-susurró Hermione a través del mimbre.

-No lo harás. ¿Y la pobre Scabbers?-dijo Ron terminantemente.

Se señaló el bolsillo del pecho, donde un bulto revelaba que Scabbers estaba allí acurrucada.

El señor Weasley, que había aguardado fuera a los coches del Ministerio, se asomó al interior.

-Aquí están, vamos Harry, vamos Hayley-nos anunció.

El señor Weasley nos condujo a Harry y a mí a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.

-Subid-dijo el señor Weasley, mirando a ambos lados de la calle llena de gente. Harry y yo subimos a la parte trasera del coche, y enseguida se reunieron con nosotros Hermione y Ron, y para disgusto de Ron, Harry y mío, también Percy.

El viaje hasta King's Cross fue muy tranquilo, comparado con los otros viajes que había hecho. Los coches del Ministerio de Magia parecían bastantes normales, aunque vi que podían deslizarse por huecos que no podría haber traspasado el coche de mis padres. Llegamos a King's Cross con veinte minutos de adelanto, los conductores del Ministerio nos consiguieron carritos, descargaron los baúles, saludaron al señor Weasley y se alejaron, poniéndose, sin que supiera cómo, en cabeza de una hilera de coches parados en el semáforo.

El señor Weasley se mantuvo muy pegado a Harry y a mí durante todo el camino de la estación.

-Bien, pues-propuso mirando a todos-. Como somos muchos, vamos a entrar de tres en tres. Yo pasaré primero con Harry y Hayley.

El señor Weasley fue hacia la barrera que había entre los andenes nueve y diez, empujando nuestros carritos y, según parecía, muy interesado por el Intercity 125 que acababa de entrar por la vía 9. Dirigiéndonos a Harry y a mí una elocuente mirada, se apoyó contra la barrera como sin querer. Nosotros lo imitamos.

La Chica Muggle //3// (Draco Malfoy y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora