Capítulo XXVI - Cambios de último momento.

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El resto del recorrido pudo llevarse a cabo con normalidad, pese a que lloviznas dispersas se hacían presentes cada cierto rato. Mariana era demasiado controladora en cuanto a la disposición del tiempo, si alguna actividad se retrasaba, intentaba "matear" todo en la siguiente jornada para no desestabilizar su agenda.

Sí... ansiedad.

La visita al ambulatorio fue muy rápida, y fue usada por ella como complemento a la realizada previamente en el hospital del centro. Sus puntos fuertes estuvieron centrados en el esfuerzo ciudadano, en un intento por resaltar el valor de esas iniciativas que permitían que el pequeño recinto se mantuviera activo a pesar de la desidia reinante. Hizo mención a ese lamentable caso en el cual el abuelito perdiera la vida, y habló desde su apreciación personal al decir que si él hubiese estado en ese ambulatorio, seguiría con vida.

Lamentablemente, no todo puede ser resuelto por iniciativa de la gente, había elementos de los cuales carecían y que eran vitales para atender emergencias.

La persona a cargo, cuyo nombre era Grecia Montesinos, explicaba con amabilidad la situación mientras recorrían el lugar, ella era médico general, proveniente de otro estado. Hizo su periodo rural en ese ambulatorio porque nadie más quería, y eso fue razón suficiente para ella. Tanto amó estar ahí, que permaneció, y esto fue bien visto por la comunidad, al punto de convertirla en una de las personas más queridas en aquel lugar.

—Lamentablemente, cuando las emergencias son graves, sean picaduras de serpientes, o fracturas, es necesario trasladarlos a la ciudad. No tenemos ambulancias, y generalmente dependemos de algún buen samaritano que preste su tiempo y su vehículo para hacer los traslados. En ocasiones, he sido yo quien los lleva en el mío, y en otras, le doy las llaves a mi equipo para que los movilicen; pero no siempre viene bien quedarme sin enfermeras o camilleros, menos sin carro. —dijo esto último con tono gracioso.
—Tengo entendido que mantienen dotado el hospital a través de donaciones, podríamos gestionar el tema de la ambulancia como una donación. No quiero "prometer" una ambulancia, cuando simplemente puedo donar una sin tanto papeleo. —Mariana sonrió.
—Además, de resultar electa, Mariana debe ocupar tiempo en el presupuesto destinado a dotación de hospitales y ambulatorios. Sabemos, por medio del director del hospital central, que no se recibe la asignación otorgada. No hace falta decir que aquí podría estar pasando lo mismo. —añadió Naisha.
—Estás en lo cierto. —respondió Grecia. —El hospital general de la región, podría ser una excepción a la regla, porque una colega que trabaja ahí, me ha dicho que tienen material. Sus quejas se inclinan hacia el tema salarial, y esto no es secreto para nadie.
—Sería interesante sostener una reunión con la persona a cargo, y comparar notas. —Mariana meditaba opciones. —Naisha, dame números.
—Un viaje rápido, solo para eso. Creo que podemos manejarlo de esa forma.
—Así lo haremos. Necesito el nombre del director.
—De hecho, es directora. Su nombre es Lorena Cardozo. Una eminencia en oncología.
—¡Caramba! —Mariana se expresó en voz alta. —Lamento no haber tenido esa información a la mano antes. —dijo con pesar.
—¿Algún caso oncológico? —preguntó con genuina curiosidad.
—Una de mis colaboradoras perdió a su amiga hace casi tres meses, era paciente oncológico.
—Lamento escuchar eso. La doctora Lorena siempre da prioridad a esos casos, y existe un proyecto de una fundación, pero está en fase de análisis. De seguro habría tomado ese caso, de conocerlo.
—Estas cosas necesitan mayor difusión, haré todo por contactar con ella esta misma semana. Naisha, te lo encargo.
—Cuenta con eso. —respondió Naisha, sin dilación.

El resto del recorrido sirvió para conocer al personal, y apreciar el cuidado que daban a las instalaciones, esto hacía menos evidente su deterioro. Ambas salieron de ahí con buenas sensaciones.

Algo que daba gusto era que la gente reaccionaba cálidamente ante la presencia de Mariana. Verla caminar por aquellas calles, en un día normal, sin tanto misterio, siendo libre de esa prisión en la cual Raúl Salvatierra la había encerrado.

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