Capítulo XXIX - Sentido común.

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—¿Pablo?
—Mariana, solo para notificarte, recibí otro mensaje...
—¿Mismo número?
—Sí. No había borrado el mensaje anterior.
—¿Qué decía?
—Pedía confirmar tu llegada. No he respondido.
—Dame el número, y respondes lo siguiente: una semana, sigue en el centro.
—Así lo haré.
—¿Cómo van las actividades?
—Bastante bien, volanteo y papelería al día. Por sugerencia de uno de mis coordinadores, instalamos centros de información en puntos estratégicos. Cuando llegues, hacemos ese recorrido para que evalúes.
—Excelente. Ten a la mano su nombre, puede que te lo pida pronto.

La llamada finalizó y Mariana marcó inmediatamente a Julieta.

—¿Julieta?
—Jefa...
—¿Cómo vamos?
—Hemos captado algunas denuncias perturbadoras en ciertas zonas, estoy trabajando en el informe. Lo otro, según los muchachos de Oriente, Beltrán viene para el centro dentro de poco...
—Háblame de esas denuncias.
—Extravío o rapto de menores. Muchos están reportados, pero sin respuesta.
—¿Para cuándo tendré el informe?
—Esta semana. Otra cosa, vino una señora preguntando por Isabella. Dejó un número, y no dijo para qué, pese a que preguntamos.
—¿Qué aspecto tenía?
—Era una abuelita muy enojona. Te mando el número con su nombre.
—¿Han visto a Michel?
—No, y siendo sincera, estamos en esfuerzo de consolidación. Adonay está tomando algunas de las estrategias de Oriente y lo une a lo que ya tenemos aquí.
—Música para mis oídos. El esfuerzo de todos será recompensado. Llámame si surge alguna novedad.
—Así lo haremos.

Mariana finalizó la llamada y esperaba que Naisha terminara con lo que hacía. Para ese entonces, y no sé si se dieron cuenta, Mariana asumió dos zonas y Naisha otras dos, para supervisar las actividades delegadas en líderes y coordinadores.

Isabella estaba a sus anchas en esto, la confianza de Mariana era ciega, y el resultado tangible, porque las regiones estaban a toda máquina, pese a que Mariana estaba momentáneamente "atrapada".

Habían pasado algunos días desde que se hizo el trabajo con Victoria en el apartamento. Mariana planificó las actividades de manera tal que cuando Isabella no estuviera en la sede, Victoria estuviera en el apartamento. Ese día les tocaba estar ahí, y unos minutos antes, Isabella había bajado a buscarla.

Gianna dormía, para Mariana era importante que pudiera descansar después de tantos días de ajetreo inadecuado para un niño pequeño.

Naisha sonreía al finalizar la llamada y se acercaba a ella.

—Hay que pensar en una estrategia para el centro, parece que van hacia allá. —dijo Naisha.
—Eso me dijo Julieta, están articulados con Oriente y trabajan en equipo. Me gustaría que se volviera una red y que pudieran trabajar de forma coordinada. Tenemos potencial en Occidente, un coordinador está proponiendo y generando.
—Hay que convocar a una reunión y recoger impresiones.
—No solo eso, Pablo recibió otro mensaje, y aquí me mandó el número, Victoria tendrá tarea hoy.
—Lástima que no fue antes, para dárselo a la pelirroja.
—Yo siento que esto está ligado a la campaña en sí... dudo que... por cierto, adivina. —Mariana estaba un poco ansiosa.
—¿Qué pasó?
—Alguien preguntó por Isabella, y dejó un número; una señora llamada Mabel Alcántara.
—¿No dijo más nada?
—Julieta dijo que era una "abuelita enojona". Dudo que quisiera decir algo en especial.
—¿Qué harás?
—¿Qué se supone que haga? —Mariana reía. —Darle el número y pedirle que llame. No sabes cuánto he deseado que alguien la reconozca. Sigue siendo mi bebé, pero es su derecho saber de dónde viene y buscar sus respuestas.
—Eso es hermoso, debo decir.
—Y nunca es tarde, no podemos juzgar.

El sonido de la puerta las puso en alerta, Isabella entraba con Victoria, ambas parecían haber llorado, y esto no pasó desapercibido para ella. Se puso de pie y se acercó a ellas.

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