La Candidata

Capítulo XXV - Abriendo el corazón.

-Con este, terminamos. -Naisha colocaba la última hoja de papel en la pila de "revisados".

El reloj marcaba las tres de la mañana, ambas estaban en la habitación de Mariana, sobre su cama, al calor del vino, revisando lo recolectado en el hospital del centro por el equipo de Julieta y Adonay.

El resto del recorrido por el pueblo tuvo que suspenderse momentáneamente porque una ligera llovizna se hizo presente, y conforme pasaron los segundos, se convirtió en un aguacero terrible.

Yeray les advirtió que solía llover con frecuencia, y que era complicado predecir el clima, así que estaban a la expectativa en cuanto a la estrategia que aplicarían a partir de ese momento.

Mariana se levantó y se acercó a la ventana, la lluvia era inclemente, y producía una sensación de nostalgia que agobiaba un poco.

A Naisha le resultaba gracioso que Mariana se hubiese colocado tres calcetines en cada pie, solo para poder caminar descalza. Le producía ternura infinita apreciar su mirar perdido en la lluvia, disimulando en vano esa inquietud que la mantenía pensativa. Decidió acercarse a ella y abrazarla. Mariana recibió aquello de buena manera, sin embargo, las intenciones tras aquel abrazo, no fueron correctamente identificadas por ella. Comenzó a hablar de trabajo.

-Enviaré esa información a Isabella, para que investigue con... -a Mariana se le escapaba el nombre.
-Victoria. -Naisha concluyó por ella.
-Creo que no debería involucrar a Julieta en esto... no niego que es buena, pero no me gusta este asunto, es demasiado turbio...
-Mariana... -Naisha interrumpió de repente y se puso frente a ella.
-Dime.
-¿Podemos hablar un momento? -preguntó con timidez.
-Eso hacemos. -Mariana sonrió y le tocó la punta de la nariz con su dedo meñique.
-No... bueno... no de trabajo.
-¿Algo que quieras decir?
-Mucho... -Naisha la invitó a sentarse nuevamente.

Aquello no fue inmediato, ni demasiado elaborado. Naisha estaba muy nerviosa, y Mariana estaba con la mente en el trabajo.

-Mariana... ¿qué soy para ti? -la miró a los ojos con ansiedad.

Y evidentemente, Mariana no supo responder aquello. Aunque no hubo presión por parte de Naisha en cuanto al tiempo de respuesta, su silencio hacía demasiado ruido.

-¿Por qué me preguntas eso? -Mariana rompió el silencio.
-Hace mucho que tenemos pendiente terminar esta conversación... solo mira a tu alrededor, todo conspira de manera hermosa para tenerla en este preciso momento y... no puedes solo dejar que yo "decida". -Naisha suspiró.

Mariana la miró con ternura, llenó nuevamente las copas y trató de dar respuesta a su inquietud.

-Lo que eres para mí... -Mariana bebió un poco de vino. -No es algo que pudiera expresar con facilidad, porque eres muchas cosas que nunca tuve y que temo perder. Disfruto cada momento a tu lado, tu compañía, tu abrazo, tu calor... mientras quieras estar aquí.
-Miedo a perder... Mariana... yo ni siquiera sé si te tengo.
-¿Tenerme? -Mariana sonreia, y esto producía una sensación de impotencia en Naisha. -Me entregué a ti. Estás dentro, te lo dije aquella vez.
-¿Qué somos? -y así le salió, justo en el momento en el cual el sonido de un trueno estridente arropó cada rincón de la habitación.
-Soy, y seré, lo que quieras que sea. -alzaba la copa y bebía nuevamente.
-¿Qué quiere Mariana? -la tomó de la barbilla y buscó su reflejo en aquella mirada melancólica.
-Mariana quiere ser eso que tu corazón desea.

Naisha sonrió, y unió su frente con la suya.

-¿Cómo sabes lo que mi corazón desea?
-Tus ojos... lo que gritan cuando me ven, son chismositos. -le decía con gracia.

Entender lo que sentía Mariana en ese momento es algo que requiere ser analizado en frío. Hay muchas cosas para las cuales nunca estuvo lista, y aprendió de la peor manera a preservar sus sentimientos. Naisha no era culpable de esto, pero era la primera persona que estaba tan cerca de Mariana como para permitirse sostener una conversación de ese tipo, y dentro de aquel contexto.