Capítulo III - Los amigos de Beltrán.

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Se acercaba el momento para dar inicio a la asamblea. Todo estaba preparado, logísticamente hablando, y en las cercanías de la plaza había personas que se iban agrupando a medida que pasaban los minutos.

Hizo falta improvisar un pequeño podio, esto para que las personas que estaban lejos pudieran observar a Mariana. No era la idea original; ciertamente, el Sur era una de las regiones que sería visitada cerca del cierre de campaña, y las decisiones de Mariana implicaban grandes cambios logísticos, cancelaciones, y nuevas situaciones.

De vez en cuando, y por cortos espacios de tiempo, el pensamiento de Mariana coqueteaba con las razones que pudo haber tenido Lucio para abandonarla en la víspera de la campaña. ¿Traición?, ¿algo más?, la duda estaba ahí; lo que hacía más peso y resultaba incómodo, la forma en la cual Lucio evadió a Mariana.

Dejó por un momento los cuestionamientos y se acercó a Mía. Ella estaba sentada con Isabella y las otras chicas en uno de los bancos de la plaza, descansando y conversando. Mariana se sentó junto a ella y sin mucho preámbulo, le dio un par de indicaciones.

—Mía, por favor, anota esto para las cuatro de la tarde: "llamar a Lucía".
—¡Seguro! —respondió Mía, sin siquiera mirarla, para luego beber un poco de agua.
—Empieza a hablar, tienes... diez minutos, esto antes de que comience la asamblea.
—No pasa nada, descuida.
—Bien. Haré un par de llamadas a ver si te consigo un vuelo para mañana. Asunto resuelto.

Mariana se levantó con intención de volver al toldo, Mía fue tras ella a toda prisa.

—Mariana, espera. —Mía la sujetó del hombro, haciendo que volteara.
—Mía... es evidente que tu mente está en otro lado, y créeme que puedo entender. Necesito conmigo a personas que estén aquí en mente y cuerpo, comprometidas, enfocadas. Tienes asuntos personales qué resolver, y están interfiriendo con lo que intentas hacer aquí. Prefiero que regreses a la capital y te ocupes de esas cosas, yo puedo delegar en alguna de las muchachas esas cosas que te encomendé.
—¿Me vas a dejar por fuera? —la expresión de su rostro denotaba sorpresa y disgusto, mezclados sutilmente.
—No, te estoy dando la oportunidad de ocuparte de lo que te tiene tan distraída. Estas actividades suelen tener un efecto de "contagio". —Mariana hacía muecas y agitaba un poco los brazos. —Si alguien está cabizbajo, el resto lo estará. Si alguien está distraído, el resto lo estará. Hace un momento, Naisha salvó la situación pero...
—Ya veo de qué se trata. La indieci...

Mariana no la dejó terminar, le dio la espalda y volvió al toldo.

Al otro lado de la plaza, Naisha coordinaba espacios para la prensa, que iba llegando en la medida en la que se acercaba la hora de la asamblea. Algunos miembros de su equipo en la región le apoyaban en el proceso; lastimosamente, buena parte de los comentarios destilaba negatividad, acusaban de improvisación entre otras cosas. Lo que ellos no sabían, es que el espacio que en principio estaba destinado a la prensa, fue ocupado por grupos afectos a la actual gestión.

El equipo hizo lo lógico, única salida en este caso, colocarse al otro lado de la plaza. Desde ese punto, estaban expuestos al tránsito vehicular y a un flujo descontrolado de personas, además del ruido extra. Era complicado hacer una concentración en ese espacio, y por eso Naisha tuvo que hacer algunas modificaciones.

Cuando todo estuvo listo, se acercaron al podio. Mariana no quiso subir hasta tanto no estuviera Naisha con ella.

—Mariana, están esperando. —Michel hacía presión sobre ella.
—Saluda a la gente, haz anuncios, cualquier cosa. —Mariana se sentía aturdida.

Naisha se acercó rápidamente y observó a Mariana.

—¿Estás bien? —se mostró preocupada.
—Sí, estoy bien, no te preocupes. Te quería pedir algo.
—Lo que sea. —respondió sonriente.
—Necesito un vuelo para mañana, para Mía.
—Em... sí, puedo resolver eso. —Naisha contuvo sus deseos de preguntar lo que sucedía.
—Toda la logística relacionada, por favor. Que no interfiera con nuestra agenda de mañana. De ahora en adelante trabajaré con... —Mariana pensó un poco antes de dar un nombre. —Creo que Isabella es la más adecuada.
—Llamaré de inmediato. —Naisha hizo amagos para usar su teléfono.
—No. —Mariana sujetó su hombro. —Al salir de aquí, que hay demasiado ruido.
—Está bien. Así lo haré.

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