Ley de vida

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Hermione

Oigo su corazón.

¡Diablos, realmente puede ir muy rápido!.

Sigo sonriendo ante su cara de terror, esperando que pueda articular algo con sentido. Lo he dejado sin palabras... Vaya, eso es nuevo.

—Yo pondré los límites —dice frunciendo repentinamente el ceño.

Yo lo miro de arriba a abajo.

—No hay manera de que puedas posponer el vínculo Malfoy. Sé lo que el señor Scamander te dijo, lo escuché desde aquí —su rostro cambia— nuestro encuentro fue... Intenso. A causa de eso no se puede posponer, nos voy a dejar que andes por allí como si nada.

—No soy un objeto. ¡No me hables como si lo fuera, no soy tuyo! —exclama recuperando la valentía de repente. Pero no me engaña, lo huelo desde aquí. Su temor casi me hace desearlo más.

Este idiota en serio cree que puede salirse con la suya...

Oh, cosita. No tienes idea.

—Malfoy, suelta mis cadenas —le ordeno con una mirada expectante.

Él niega.

—¿Para que me violes? No, gracias —la expresión de sus cara me hace reír a carcajadas.

Él bufa y se cruza de brazos.

—No pienso soltarte hasta que lleguemos a un acuerdo —si voz rotunda me hace detener mi risa.

—No puedes negarme lo que me pertenece por derecho —le digo— más valdría que me rechazaras de una vez.

El fuego en su mirada casi me provoca otra carcajada y con toda la furia grita.

—¡Que no soy tuyo, joder! —está tan rojo como un tómate.

Él aún no lo sabe. Pero en algún momento auto proclamarse como mío se volverá el mayor de sus deleites.

Siento una adrenalina correr por mis venas. Intento apaciguarla, pero mi piel arde... Es por él. Si tan solo supiera lo que solo su presencia puede provocar en mí.

Lo odio...

—Malfoy, no voy a violarte. Ya lo hubiera echo hace mucho de querer que así fuera.

Sus ojos en blanco me dejan en claro lo poco que me cree.

—Solo las cadenas te mantienen allí. De no ser así, estoy seguro de que me estarías violando —su seguridad me hace resoplar.

Yo tiro de las cadenas de mis manos hasta que al final seden, luego con mis manos quiebro la de los pies.

Lo miro y veo su expresión horrorizada.

Por Merlín, sigue siendo el mismo miedoso de la escuela aunque intente aparentar lo contrario.

—Estoy aquí porque quiero. No voy a violarte —digo mientras coloco un dedo sobre mi mentón— al menos no por ahora. Pero no te preocupes será placentero para ambos.

Su piel se pone de gallina y su PH libera nuevos olores... Me tiene drogada sin saberlo.

Retrocede al ver que me pongo de pie con la intensión de acercarme a él. Con un hechizo no verbal bloqueó la puerta desde adentro.

Él lo nota y traga con dificultad y yo puedo oír cuando su manzana de Adán sube y luego baja de regreso; y aún así el idiota dice que no es mío.

—¿Cómo pudiste hacer eso? Las cadenas estaban encantadas —las palabras salen con dificultad casi fallando al final.

—No todo tipo de magia funciona en mí —digo mientras me acerco sin quitarle la mirada de encima— pero será un secreto entre los dos. Me gusta hacerles creer que tienen el control.

Sus ojos plata se abren de par en par, como si no reconociera a la persona que tiene enfrente. Como si fuera una desconocida... Y no se equivoca, en estos momentos lo soy.

Ni yo misma puedo pensar completamente con claridad... Mi lado lógico me pide que me aparte, pero mi bestia me dice que no retroceda. Que él es mío por derecho y que puedo tomarlo cuando quiera.

¿Cuál decisión tomaré?.

—Granger, por favor... —no lo dejo terminar en cuanto choca con la pared y yo le pongo un dedo sobre los labios.

—Yo pensé que no existías. No sabes cuanto esperé este momento, sentí que fueron siglos... Tú eres lo único que puede salvarme de la autodestrucción —él me mira sin comprender— No tienes idea de lo duro que a sido para mi lidiar con tantas emociones y debes saber que tú eres un bálsamo para mis heridas.

Su mirada su suaviza como si comprendiera lo que habló y tal vez lo haga. Pero es imposible que pueda comprender todo lo qué hay en esas palabras.

Mi cuerpo se pega al suyo y él se pone rígido.

No me tomará mucho tiempo conocer su lenguaje corporal. A pesar de temerme, puedo sentir como toda esta situación lo atrae... Es un chico malo.

Un Slytherin.

—Me deseas —le susurro cerca de su boca y su corazón late con más fuerza.

Me acerco para besarle y cuando se que no va a apartarme me rio. Él está rojo, como un tómate de nuevo.

—Pero aquí no, podemos ir a otro sitio donde no tengamos espectadores —digo mientras lo dejo libre.

Mi sangre quema. Lo tomaría ahora mismo.

Él me mira como si le hubiese explicado alguna tarea y no la comprendiera aún.

—Diles que pasen, hay que aclarar las cosas. Puedes tomar las plumas que quieras —me siento en la cama de nuevo y vuelvo a adherir las cadenas de nuevo a mis muñecas y piernas.

Él sigue de pie sin creer lo que acaba de suceder.

—Es para hoy Malfoy, mientras más rápido terminemos con esta gente... Más rápido podemos terminar tu y yo en un lugar más íntimo.

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