Juicio

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Seguramente alguna vez todos nos hemos preguntado como vamos a morir; ella en su caso pensó en muchas posibilidades, pero jamás se imaginó que sería un amor el que la llevaría hacia el final de su vida... Mientras corría y se adentraba cada vez más en el bosque apretando la herida sobre su abdomen pensaba en lo que pasaría si simplemente se rendía.

Sería sencillo simplemente ceder... Dejar de correr y dejarse llevar a lo que sabía que sería su fin. Pero aun así continuaba corriendo, ¿por qué? ¿Qué cambio haría?. Estaba desarmada y sin su varita no había nada que pudiera hacer y ella lo sabía. Ni siquiera podía hacer magia no verbal con la profundidad de esa herida...Todos estaban buscándola... Lo sabía...

La vos de uno, del hombre que amó en una ocasión de oyó a sus espaldas.

-¡Hermione!... -Gritó mientras corría tras ella posiblemente con la daga en su mano impregnada aún con su sangre.

Pero me ella se negaba a rendirse, ya había confiado una vez y no podía volver hacerlo. Sus piernas fallaron y tropezó un par de veces pero aun así continuó corriendo, ella sabía que no duraría mucho porque por cada minuto que pasaba perdía más sangre.

Hasta que en unas cuadras más cayó al suelo, sin poder respirar aún con sus manos sobre la herida que dolía con mayor intensidad... Definitivamente no es así como ella planeaba morir, pero por desgracia... Esa no parecía ser su decisión.

Escuchó sus pasos mientras luchaba por retener el poco oxígeno que le quedaba.

-Correr sólo retrasó lo inevitable -Dijo mirándola desde arriba con la daga en su mano.

Ella tragó con dificultad.

-Creí que me amabas -Articuló débilmente.

Él sonríe y responde con burla- Oh querida, por eso estamos aquí... Esto es tu culpa, sino fueras una perra esto no habría sucedido -Dijo alzando la daga dispuesto a atravesarla por última vez.

Rápidamente cerró sus ojos esperando su muerte pero justo en ese instante algo entre los arbustos se movió. Se preguntó si la habrían encontrado después de todo, abrió los ojos levemente pues tenía pocas fuerzas pero no había nadie.

Él en cambio estaba mirando a su alrededor con desesperación.

-¿Quién anda ahí? -Preguntó sacando su varita y sosteniendo la daga con la otra mano.

Su respiración errática le provocó aún más dolor, su vista comenzó a nublarse y sólo vio de manera borrosa su silueta en alerta mientras el sonido se incrementaba, era como un animal veloz pasando de un arbusto a otro.

Lo último que pensó fue que terminaría despedazada por un animal y extrañamente prefirió eso.

-¿Quien eres? ¡Sal!... ¡¿Chicos?! -Gritaba pero ella no veía prácticamente nada. Hasta que vio una sombra como de un animal brincar sobre él.

Pensó que si tan solo tuviera su varita todo sería distinto. Intentó moverse pero no tenía fuerzas... Sólo le quedaba esperar aunque no supiera exactamente qué.

Cerró sus ojos de nuevo esperando su turno.

Uno que nunca llegó...

Porque ese día no iba a ser devorada, tampoco iba a morir aunque la muerte en forma de Ninfa se posara frente a ella.

Vio cómo aquel animal se transformó en una hermosa mujer y le miró con pena.

-No hay peor muerte que la que ocurre en el corazón -Susurró mientras se acercaba descalza hacia ella.

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