Un protector

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La Veela sin vergüenza alguna comenzó a vestirse frente a Draco, quien por supuesto trataba fallidamente no mirarla.

—¿Besaste sus labios? —preguntó sin rodeos mirándolo de reojo.

Draco le dio la espalda mientras se enganchaba los pantalones por las piernas.

—No, fue en la frente.

Hermione meditó su reacción y le creyó. Sus latidos le abrían delatado de estar mintiendo. Ahora que Draco era su pareja habían ciertas cosas que podía ver y sentir con claridad, aunque no tanto como cuando por fin se vinculasen.

Deseaba ese momento, tanto que podía sentir arder sus venas ante la expectativa. Y es que Draco no parecía notar que a Hermione ese jueguito de la espera solo hacía que sus ganas por él aumentasen cada día más.

Cuando acabaron de vestirse, la estadía de la Veela se prolongó aún más. Para Hermione era difícil controlar a la bestia cada vez que estaba cerca de su pareja, ya que esta se negaba a irse.

La veela era su alter ego, por los momentos todavía no eran una sola. Aunque ciertamente algún día tendrían que serlo, en cuanto Draco y ella se vinculasen ambas se unificarían. Lo que por supuesto le preocupaba de cierta manera, entre ellas era importante el equilibrio para poder mantener su personalidad. De lo contrario se volvería más bestia que persona y aquello podría acarrear serias consecuencias tal y como Fleur se lo había explicado.

Todavía recordaba la sensación de la manos de Draco sobre sus alas, ella ni siquiera tenía idea de qué tal acción podría provocarle placer y plenitud como cuando un amo acaricia la panza de su perro.

—¿Que es este lugar? —preguntó Draco interrumpiendo sus pensamientos.

—Es secreto y de una vez te advierto que no puedes hablar de esto con nadie.

—¿Por qué? ¿El ministerio no lo sabe?

—No, y no deben saberlo. Este sitio es único y su seguridad es importante —afianzó mirándolo abrocharse los botones de sus mangas.

—¿Eres una reina de verdad? ¿En serio gobiernas esta gente? —preguntó curiosamente mirando a la Veela.

—Sí, es un pueblo, pero es secreto. Hay muchos que matarían por encontrar este lugar, las veelas poseen ciertas cosas anheladas por los magos e incluso ciertos humanos que creen en su existencia.

Draco asiente— Lo se, mi trabajo implica estudiar ciertas ramas de ello. Las Veelas poseen mucha esencia que puede usarse para muchos fines bastante beneficiosos.

—No sólo beneficiosos, también con fines macabros y oscuros. Es por ello que no podemos hablar de este lugar.

—Te aseguro que no lo haré. No hablaré de esto.

Hermione asintió, sabiendo lo que procedía. Myra era ahora su responsabilidad y sus habitantes su pueblo... No, definitivamente no podía arriesgar su existencia.

Rodeó la cama y se acercó al rubio.

—Algún día será seguro que sepas de este lugar —explicó—, algún día este pueblo también será tú pueblo. Entonces comprenderás mi papel como reina y tú serás mi rey, pero mientras ese día llegue no puedo arriesgarme.

Él la miró sin comprender hasta que los ojos de Hermione se tornaron de un dorado brillante dejándolo completamente anonado.

—Cuando salgas de Myra olvidaras todo lo relacionado con ella. No volverás a tener un encuentro cercano con Astoria... —se detuvo un momento con pesar— Y olvidarás este momento.

Sus ojos se cristalizaron y acarició su mejilla.

—Solo quiero que recuerdes las emociones que sentiste al tenerme cerca y lo bien que te sentiste al notar que no me eres tan indiferente.

Sus ojos volvieron a la normalidad y la conciencia de Draco regresó.

—¿Que fue eso? —preguntó confundido mirando a todos lados.

—Nada, es hora de que te vayas —respondió un poco triste.

—¿Cuando podré regresar?

—Algún día.

Ambos salieron de la habitación y Fleur estaba afuera junto con Eren en el salón con un mapa abierto sobre la mesa.

El ojiazul los observó y le frunció el ceño a Draco.

—Estoy listo cuando usted esté lista majestad —le habló a Hermione con su mirada más suave.

Aquello molestó a Draco, pero no dijo nada.

—¿No volverás a casa? —preguntó tratando de parecer indiferente.

—No, tengo asuntos que atender aquí y suelo entrenar con Eren. De esa forma aprendo sobre cómo controlar mi magia —explicó tranquilamente. De todas maneras en cuanto pusiera un pie fuera de Myra olvidaría todo.

—Yo te llevaré de regreso —habló Fleur doblando un pergamino.

—Genial.

Eren tomó de un perchero una capa oscura y se acercó a Hermione para ayudársela a poner. A Draco le sorprendió de manera desagradable lo cómoda que parecía estar Hermione ante la cercanía de aquella odiosa veela. Cómo si estuviese acostumbrada a sus atenciones.

En lo cual no estaba errado, Eren era en extremo considerado con Hermione. No solo cuidaba de ella, sino que además siempre iba un paso adelante ante cualquier situación imprevista que pudiese ser un problema para ella. El chico no bromeaba cuando dijo que era "su protector" pues ciertamente se tomaba muy en serio el cuidar de aquella mujer a quien admiraba y por quien estaba claramente interesado.

Eren no era tonto y sabía perfectamente que Hermione ya había elegido a su pareja, pero también sabía cosas acerca de las veelas que no le permitía perder su esperanza con ella. Tal vez no podía ser su pareja, pero si podía sustituir a Draco en ciertas cosas si ella alguna vez se lo permitiese. Ya que según lo que había visto, él no estaba muy convencido sobre formalizar el vínculo.

Su deber con su reina iba ante todo y estaba dispuesto a cuidarla e incluso a morir por ella si algún día fuese necesario. Para él Hermione Granger era intocable, y haría correr la sangre de cualquiera que se acercase a siquiera pensar en herirla. Por ello no lo pensó dos veces en ir a Astoria y recurrir a la hipnosis para manipular sus pensamientos y cambiar su historial médico.

El don de la hipnosis no era para cualquier veela, sino solo para aquellos que en su sangre llevan un lazo real. Hermione era una Riona, así que por lo tanto era obvio que sería poseedora de el, pues por sus venas corría sangre real.

Sin embargo el caso de Eren era especial, él había sido producto de una infidelidad de un Rey pareja de una Riona con una elfa. Normalmente ocultaba sus orejas algo puntiagudas entre su espeso y negro cabello, pero por su sangre había sangre real. Aunque nunca podría gobernar ya que solo las Rionas tienen ese derecho. Cosa que poco le importaba, él había nacido para la guerra y la protección de los suyos. Por ello se convirtió en un guardián, amaba servir y cuidar de los suyos. Y ahora amaba cuidar de su Riona.

Fleur y Draco se marcharon luego de que Hermione le comentara cuidadosamente lo que le había hecho a Draco.

Por su parte el rubio se alejó con incomodidad. Por alguna razón no le alegraba nada dejar a Hermione sola con Eren...

No, definitivamente no le alegraba ni un poco.

No, definitivamente no le alegraba ni un poco

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