Capítulo 33: Formalidad

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Narrador omnisciente

Todos aguardaban en el aeropuerto dispuesto a partir cada uno a su rumbo, Dinamarca estaba con sus hermanos esperando a que los vuelos internacionales con escala abran sus puertas y puedan abordar.

Tengo mucha sed— Islandia tosio levemente mientras que se aclaraba la garganta.

—¿Quieres que vaya a comprarte algo?— Dinamarca se ofreció, como siempre siendo un caballero ante todo, pues a él le encantaba ser atento con sus hermanas, era un tipo muy familiero.

—No quiero molestar— aseguro Islandia mientras que le sonría con calidez.

—No es molestia, ahora vuelvo.

Dinamarca se puso de pie y se alejó de sus hermanos en dirección a una cafetería que estaba dentro del mismo aeropuerto, con tal de comprar una botella de agua para su hermana y tal vez para él un café, ya que la noche anterior no pudo dormir bien, a pesar de que se acostó relativamente temprano, estuvo varias horas dando vueltas en su cama pensando en el albiceleste que se negaba a irse de su cabeza.

Al abrir las puertas de la cafetería vio que había pocas personas, y también descubrió a Argentina sentado en una de las mesas, vestía bastante formal, de hecho Dinamarca podía asegurar que era la primera vez que se vestía conforme a lo que se debería utilizar en una oficina, pero a pesar de llevar una camisa Blanca y pantalón de vestir, todavía lo rodeaba ese aire juguetón que lo hacía resaltar, con su cabello aparentemente despeinado que apuntaba a todas las direcciones pero que aún así le quedaba bien y con un chupetin en su boca, con el que jugueteaba moviéndolo de un lado a otro mientras que tipiaba de forma veloz sobre el teclado de su computadora portátil, se veía profesional, jovial y atractivo, algo inalcanzable y por primera vez aparentando madurez.

—Argentina— el albiceleste despegó sus ojos de la pantalla y se dignó a mirarlo, provocando en el argentino una sonrisa inmediata al verlo atravesar la puerta de la cafetería— hola.

—Hola Noruega— sonrió con tranquilidad, cerrando su computadora, centrando toda su atención en Dinamarca a pesar de que pareciera estar ocupado— ¿Todavía seguís por acá? Pensé que ya te habías ido.

Esa mañana cuando todos los países se disponían a dejar el hotel donde se alojaban en Chile, fue tanto el ajetreo que ni siquiera pudieron hablar o saludarse.

—No, mi vuelo saldrá en una horas ¿y tú...?

—Se retrasó, lo más probable es que tarde unas dos horas más— informó con tranquilidad— ¿querés sentarte?— ofreció Argentina, haciendo el amago de pararse e ir a buscar una silla para Dinamarca, a lo que el país negó con rapidez.

—No puedo tardar, vine a comprar una botella de agua para mi hermana y un café para mí— Dinamarca se paso la mano por el cabello, tirando algunos mechones hacia atrás, con tal de que no le estorben la vista, tenía el cabello largo y lo primero que pensaba hacer al llegar a su país sería hacerse un corte de pelo.

Argentina entrecerro los ojos con lo que parecía desconfianza y acerco su rostro al país rojizo, acortando la distancia entre ellos, provocando en Dinamarca una leve timidez y expectación acerca de lo que el argentino haría a continuación.

—Mmh, tenes ojeras ¿no dormiste bien anoche?

El país enano se cubrió el rostro con vergüenza mientras que un leve sonrojo lo invadía, se había olvidado de su brutal sinceridad y que la persona que te guste te diga que tenías ojeras le parecía un fracaso.

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