La música era lo único que se escuchaba, junto con voces y demás sonidos bastante típicos de un bar, había show en vivo y todo el lugar tenía una pinta bohemia y acogedora, con luces anaranjadas que le daban un entorno más cálido del normal.
Dinamarca, a diferencia de sus amigos, no parecía estar divirtiéndose, parecía absorto en su propio mundo, pensando una y otra vez en lo que el argentino le había dicho, pues en su mente no concedía una persona que destruya a todo aquel que se le acerque, no concedía que una persona tan tóxica que marchite todo lo que a su alrededor pueda existir.
—¿Qué es lo que te pasa últimamente pequeño?— Italia se veía preocupado por su amigo, quien en los últimos días se veía más apagado.
—¿Tú crees...crees que existan personas que te lastimen, incluso sin quererlo?
Italia miro a Dinamarca, notando que tenía sus ojos puestos en el argentino, quien reía junto a un grupo centrado cerca de la barra, mientras que ellos estaban cerca del escenario.
—Pensar que no es inclusive algo iluso. Mi querido amigo, aunque hables del amor, esa persona puede lastimarte en su intento de amarte, pero no pienses que lo hacen de forma consciente, las personas sólo...hacen cosas.
Eso era muy cierto, porque lo había vivido en carne propia; Dinamarca admitía que era a veces algo inseguro con sus parejas, era posesivo y muchas veces buscaba controlarlas, pero sabía que si salía de alguna manera romántica con el Argentino, no podría controlarlo, pues ambos se mantenian en ligas diferentes, mientras Argentina era el rey de los coqueteos y las relaciones sexuales, él era un país enano que se aferraba a su pareja esperando que no lo lastime, aquel país albiceleste era un tornado que no podía manejar y que ni siquiera sabía si volvería a estar de pie en caso de que tenga que sobrevivir al mismo.
—¿Hay algo que no nos estas diciendo Dina?— pregunto Grecia a su exnovio, pero actual amigo, uno que apreciaba mucho.
—Son, cosas romanticonas que no te interesan— declaró con tranquilidad, esperando no preocupar a sus amigos en vano.
—¿Romanticonas? Me interesa, cuenta, cuenta— Francia, una mujer elegante y divertida, se lanzó hacia el país y abrazo de forma efusiva y cariñosa a Dinamarca— ¿Quién te gusta?
Dinamarca rió, enternecido por la actitud tan infantil que Francia adoptaba cuando estaba con él, llevaban mucho tiempo siendo amigos y apreciaba eso.
—Bueno, no sé si me gusta gusta de gustar, más bien me parece guapo y no sé...
—Es Argentina, mi hijo— cortó el rollo Italia con aburrimiento, sobresaltado al país al ser expuesto tan bruscamente.
Simplemente escucharlo lo hacía más real, más...aceptable.
—I-Italia, no digas esas cosas a la ligera ¿y sí alguien te escucha?— pregunto de forma avergonzada el país, mientras que trataba de no sonreír, ya que cuando se sentía avergonzado tenía la mala costumbre de reírse de forma nerviosa.
—¿Tienes miedo de que Argentina se entere?— pregunto de forma confundida Francia, sentándose en medio de Grecia y Dinamarca.
—Conozco a mi hijo, él ya lo sabe— aseguró de forma confiada a Dinamarca dando un sorbo a su cerveza, avergonzado aún más al pequeño país.
—¡Argentina! Ese chico problemático— dijo de forma pensativa Francia, intercalando miradas entre el argentino y el danés.
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IMPACIENCIA
ФанфикNo sabía lo que exactamente le atraía de aquel ente tan grosero, maleducado y...hermoso, fuerte, considerado, caliente....¡No! Quiso decir valiente, sí, valiente, bueno, también era caliente. El punto es que Dinamarca no entendía cómo podía sentir...