—Es un día precioso— aseguró Dinamarca mientras que miraba la hermosa vegetación que cubría el territorio del argentino.
—Dina, no sé si sea correcto buscarlo— dijo desconfiada Islandia, ya que las palabras de la rusa habían causado cierto temor en ella.
—Conozco a Argentina, me apoyo diplomáticamente cuando URSS me invadió— aseguró Finlandia, captando la atención de sus hermanos— es un buen tipo, sólo... sólo es alguien bastante intimidante— concluyó perdido en sus pensamientos.
—Ser el quinto país más peligroso de Latinoamérica no es ser un buen tipo— aseguró Noruega con desconfianza. Simplemente no confiaba en el argento por la reputación que se cargaba.
Finlandia no dijo nada al respecto, ya que no tenía caso defender al argentino, porque no sabía cómo hacerlo, había pasado muchos años de que había hablado al país latino y había cambiado bastante durante ese tiempo.
Los hermanos llegaron a la casa del argentino, que de hecho era un muy lindo lugar, seguro y muy bien cuidado, ganando así la admiración de parte de los países por lo bien cuidado que se encontraba todo.
Su casa era grande, contaba con un patio delantero bastante atractivo y cuidado, inspiraba paz y alegría, eso sin duda los había sorprendido gratamente.Tocaron la puerta con algo de impaciencia, puesto que no querían importunar al argentino, ya que no había avisado que llegarían, y les parecía muy descortés de parte de ellos.
Una provincia abrió la puerta de la casa, tenía una sonrisa amable en su rostro que disminuyó levemente al verlos de pie allí.
Dinamarca se sintió muy pequeño de repente, aquella persona era muy alta, le sacaba media cabeza, pero a simple vista no parecía tan amenazante como lo había pintado. Él creía que ese era Argentina.—Hola Buenos Aires— saludo Finlandia con cortesía— ¿Está tu papá?— pregunto en un tono de voz bajo y nervioso.
—Hola Fin— saludo la capital con una sonrisa amable— no está acá mi viejo, se fue hace un rato a practicar motocross.
¡¿Esa era una provincia de Argentina?! ¡Pero si era gigante! Dinamarca no evitó sentirse pequeño e intimidado ¿Entonces cuánto mediría Argentina?
—¿Sabes dónde puede estar?— preguntó Finlandia, quién era el vocero del grupo, ya que el resto se había mantenido en un tímido silencio.
—Ah sí ¿Te mando la ubicación?— Buenos Aires paso a mirar al más pequeño del grupo, o sea Dinamarca.
Buenos Aires sonrió en dirección al pequeño, pero de una forma no tan agradable, más bien burlona, ya que la capital tenía un presentimiento del por qué aquellos países estaban buscando a su padre.
"Mi viejo lo va a devorar al enano" pués sí, su padre era alguien que se hacía respetar a primera instancia, aunque no pudiera asegurar que respetaría a los demás con la misma rapidez, de hecho, estaba seguro que enviaría de paseo a los países de baja estatura nada más aparezcan en su campo de visión.
Los países se despidieron con amabilidad, agradeciendo la información y partieron en dirección a la ubicación dada por el chico, pero claro, deteniéndose cada cierto tiempo o paseando con tranquilidad, todo para que Dinamarca pudiera disfrutar del bello lugar un rato más.
Cuando llegaron a su destino, Dinamarca hizo una mueca de desagrado, había barro por todos lados, unas colinas, algunas más empinadas que otras se alzaban sobre el gran terreno, pero también echas de barro, mientras que las motos se desplazaban con habilidad y destreza por el terreno irregular, supuso que estaban practicando, ya que no le veía otra razón. Los cuatro avanzaron a paso lento, sin la menor idea de dónde encontrar al argentino, ya que el lugar era bastante grande.
—Deberíamos preguntar— sugirió Islandia, al verse perdida en aquel inmenso lugar, escuchando como los motores rugian y varias personas pasaban a los lados de los países, prácticamente ignorando los.
—Por favor, no me gusta este lugar— apresuró Dinamarca dirigiéndose a una chica que estaba sentada sobre un banquillo, arreglando una moto.
—Ehh, hola— saludo de forma dudativa Noruega, haciendo que la chica voltee a verlos sin reparar mucho en ellos— ¿Sabes si está aquí Argelia?— preguntó el país de forma desconfiada.
—¡Argentina!— le susurró de forma violenta Finlandia.
—D-Digo Argentina— se corrigió con nerviosismo y vergüenza el país, sintiendo sus mejillas enrojecer.
—Ah, el viejo argento— dijo con tranquilidad la chica sonriendo de forma amable, parándose de su lugar, limpiando sus manos con un trapo la grasa que tenía en las manos— ahora está haciendo el circuito, es él— dijo señalando a la distancia una figura esbelta, con el traje de motocross mientras que derrapaba por la pista, estaba lleno de barro, aunque los países no podían ver su rostro, ya que tenía un casco que cubría por completo su rostro.
La chica le hizo señas al país después de haber silbado sonoramente, llamando la atención del país, luego procedió a señalar a los países que lo habían ido a buscar, dejando solos a los países mientras que Argentina se acercaba aún montado en la moto rápidamente a ellos, deteniéndose a tan solo un metro de ellos, aceleraba de vez en cuando, levantando el barro con la rueda, sin sacar su casco, pero viendo fijamente hacia ellos. Los países no se movieron, se sintieron levemente intimidados por el porte y por la altura del argentino, quién después de unos tensos segundos, apagó el motor y se sacó el casco, dejando ver su rostro. Sus facciones eran muy masculinas, tenía una cicatriz cruzando su ojo izquierdo, su cabello se veía salvaje e indomable, pero suave y lacio, se veía jovial, pero amenazante sobre aquella moto, ya que ni siquiera se había dignado a bajar de la misma, miraba a los países con una mueca sobre su rostro atractivo, mientras que se sacaba lo guantes y desacomodaba su cabello algún más, sin verse interesado en limpiar la mancha de barro que surcaba en su mejilla derecha.
—¿Quiénes son y qué pingo quieren?
"Qué grosero".
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IMPACIENCIA
Fiksi PenggemarNo sabía lo que exactamente le atraía de aquel ente tan grosero, maleducado y...hermoso, fuerte, considerado, caliente....¡No! Quiso decir valiente, sí, valiente, bueno, también era caliente. El punto es que Dinamarca no entendía cómo podía sentir...