Narra Argentina
*Advertencia: este capítulo contiene escenas de +18 con un poco de sadomasoquismo, cabe aclarar que es puro entretenimiento.
¿Qué mierda estaba haciendo con ese enano? No lo sabía, y como desearía poder determinar lo que me sucedía, era como si un día lo quisiera cerca y al otro ya no, era molesto para mi y me causaba dolor de cabeza.
Dinamarca se veía como un buen chico, amable, cariñoso, tímido y tierno ¿entonces por qué me sentía tan confundido a su alrededor? No es del tipo de chicos que normalmente me atraería, aunque si tiene un físico que me atrae, pero no es el punto, ese rojo me hace actuar de una forma tan imprudente y diferente a como generalmente actúo que me hace sentir vulnerable, deje de ser amable con el mundo hace más de 30 años y el mundo dejo de fingir ser amable conmigo más o menos en el mismo tiempo, pero aquel enano era alguien que pertenecía de un lado del mundo con el cual yo no tenía mucho contacto, ni siquiera hice una visita política a su territorio, pero desempolvando algunos papeles descubrí que algunos políticos del Danés visitaron mi territorio, yo no recordaba eso. Dinamarca no sabía quién era yo, a pesar de que si me había visto antes, yo sabía quién era él, a pesar de no recordar haberlo visto, ni siquiera sabía cuál escenario sonaba más desastroso en mi cabeza.
Abrí la puerta de mi cuarto seguido de un largo suspiro, tire la tarjeta de la puerta junto con mi billetera y teléfono a un escritorio que estaba cerca y cerré la puerta detrás mío sin molestarme en prender la luz.
—Viene un país rojito y me quita mi lugar, mmh qué decepción.
Salte sobre mi lugar debido a la sorpresiva voz y encendido las luces del cuarto, iluminandolo de inmediato, notando que sobre la cama estaba Irlanda, un, gran amigo, que me lo cogia de vez en cuando.
—¿Tu lugar?— pregunte con una sonrisa, sacandome los zapatos y dejandolos cerca de la puerta, desabrochando el cinturón de mi pantalón— ¿y desde cuándo eres tan territorial?— pregunte divertido mientras me sentaba a su lado, estaba cansado como para sacarlo del cuarto o permanecer más tiempo de pie.
—Desde que hay competencia; es lo mismo que cuando atacan a un país, cuando no hay guerra los pobladores solo lo insultan, pero cuando hay una guerra llamando a la puerta repentinamente todos aman a su patria y morirían por ella.
—Mmh, suena definitivamente a un argentino promedio— aseguré mirando al techo con desinterés, lo que diga no me importaba mucho en realidad, Irlanda era un chico que hacía que se me pare la pija, nada más— pero hay un error en tu hermosa metáfora.
Irlanda enarco una ceja en dirección al techo y se cruzó de brazos, esperando a que me explique, yo le sonreí como si fuese un simple bocadillo que podía comer en cualquier momento, acerque mis labios a su oreja y puse mi mano debajo de su mentón, evitando que se libere de mi cercanía y susurre lo más lento posible:
—Siempre hay competencia.
Irlanda se removió molesto por mis palabras y se soltó de mi agarre, mientras que yo soltaba una burlona risotada en su cara, el irlandés empezó a decir algunas cosas más, que no logré captar porque hablaba muy rápido y mi base del Inglés era de origen estadounidense, había diferentes formas de hablar ese idioma y no me moleste en aprenderlos todos.
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IMPACIENCIA
Hayran KurguNo sabía lo que exactamente le atraía de aquel ente tan grosero, maleducado y...hermoso, fuerte, considerado, caliente....¡No! Quiso decir valiente, sí, valiente, bueno, también era caliente. El punto es que Dinamarca no entendía cómo podía sentir...