Capítulo 5: Tierra.

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El país no le quedó de otra que esperar sentado en un banquillo hasta que el argentino decidiera aparecer, no le interesaba mucho su ropa llena de barro, bueno en realidad sí, pero Argentina lo había sacado tantas veces de sus casillas que sus ropas habían pasado a segundo plano.

Se preguntó si aquella chica y él salían, y si aquello estaba dentro del marco de la ley, dependiendo de cuántos años tenga la chica, en su país a los 18 años eras mayor de edad, pero sabía que en otros países se llegaba a la mayoría de edad a los 21, hasta 22 máximo. Sabía muy bien que Argentina era alguien ya mayor de edad, puesto que si Finlandia decía que lo había ayudado diplomáticamente en contra de la URSS significaba que más de un siglo era seguro que tenía.

—Eu— Argentina chasqueó sus dedos en frente del país, atrayendo su atención, notando que ya estaba cambiado, no de una forma "elegante" o "formal".

Argentina traía consigo una remera blanca con mangas, unos jeans negros que se ajustan a sus piernas y unas botas parecidas a las militares, mientras que de manera floja sostenía una campera de cuero negro.

"Todo un chico malo" pensó Dinamarca mientras que se ponía de pie y seguía al Argentino desde atrás, tratando de no alejarse demasiado de él, algo le decía que si se perdía el argentino no gastaría ningún esfuerzo en buscarlo.

—¿Viniste en auto o a gamba?— pregunto el argentino mientras que caminaba al estacionamiento. Dinamarca solo comprendió lo del auto.

—Vinimos todos caminando, nos gusta más caminar que andar en vehículo— Dinamarca iba a comenzar a hablar de que en las localidades de su país se utilizaban bicicletas y que todas las calles estaban en perfecto estado para que sus habitantes pudieran hacerlo con comodidad, pero antes de que pudiera seguir hablando Argentina se montó sobre una moto que dejó callado al danés, él sin duda no se subiría a esa cosa.

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¿Por qué rayos estaba subido a esa cosa? Eso es lo que pensaba mientras que se preparaba, sabía de ante mano que el argentino posiblemente se burle al tenerle miedo a su vehículo de transporte, pero simplemente no podía evitar sentirlo, y aún así, estaba sentado en la parte trasera, esperando a que el argentino arranque, quién disfrutaba de destrozar los nervios del menor.

—Agarrate que te podés caer.

—No— negó el danés a la petición del argentino, haciendo que este haga una mueca de disgusto, primera vez que trataba de ser amable con ese pequeño país y lo menospreciaba.

Argentina arrancó de golpe, haciendo Dinamarca grité ante la velocidad adquirida, pero de repente, el sudamericano frenó con fuerza, empujando su cuerpo al frente, provocando que choque contra la espalda del mayor.

—Agarrate que te podés caer— repitió el argentino, pero no haciendo una sugerencia, sino ordenándole que lo haga.

"Está loco, está absolutamente loco"

Dinamarca se aferró a la cintura del mayor con algo de nerviosismo y timidez, ya que no era normalmente alguien confianzudo en cuanto al contacto se trataba.
Argentina volvió a acelerar, con la misma violencia de antes, mientras que Dinamarca trataba de no gritar, Argentina conducía como si la vida le importará un choto, rebasaba autos, hacía vueltas en curvas peligrosas a una velocidad muy alta y aceleraba aún más cuando tenía el camino libre para hacerlo, Dinamarca estaba aterrado, y dejando de lado su timidez se aferró al cuerpo del de habla española como si su vida dependiera de ello, y quizás dependa.

—¡Rojo! Rojo, rojo, rojo— grito aliviado refiriéndose al semáforo, provocando que Argentina detenga un poco la moto, pero no del todo, pero aún así, Dinamarca era feliz de ir a una velocidad menor, su pobre corazón no soportaría que Argentina conduzca de nuevo.

—Agarrate o somos boleta— no entendió ni la mitad de lo que dijo, pero cuando Argentina aceleró de nuevo, aún con el semáforo en rojo, Dinamarca volvió a aferrarse a él mientras que gritaba nuevamente.

—¡Vas a matarnos!— grito el danés alterado mientras que escondía su cara contra la espalda del mayor, haciendo que este sonría ante tal gesto. Lo admitía, le gustaba jugar con los nervios del menor, era divertido y muy fácil de exaltar.

—¿Queres ver algo?— le gritó el argentino, haciéndose oír por sobre el ruido del motor, con una sonrisa pintada en el rostro.

—¡No!— grito horrorizado el danés mientras que abrazaba aún más fuerte al argentino y cerraba sus ojos.

—¿Sí? Bueno.

El argentino, ignoro sus palabras, cosa que ya no debía extrañarle, para luego mermar levemente la velocidad, Dinamarca se tranquilizó ante aquello, pero luego el pánico volvió a inundar lo cuando sintió como la motocicleta se hacía hacía delante, haciendo que gritase fuertemente, mientras que el argentino se divertía haciendo equilibrio con la rueda delante de la moto, estaban haciendo wili hacía delante, y Dinamarca creyó que jamás en su vida se había sentido tan aterrado como ahora.

—¡Estás loco! ¡Baja ahora!— pidió Dinamarca a punto de llorar.

—Como quieras.

Argentina volvió a estabilizar la moto, pero adquiriendo más velocidad de la que ya antes tenían.

—¡Dios ¿por qué me haz abandonado?!— gritó el danés a punto de echarse a llorar como un bebé, escuchando las carcajadas de su acompañante.

Cuando llegaron al frente de la cede, Dinamarca literalmente salto fuera de la moto mientras que se dejaba caer de rodillas al suelo.

—¡Tierra! ¡Oh tierra como te he extrañado!— grito de manera exagerada mientras que obligaba a las lágrimas a retroceder, no quería que el sudamericano lo vea llorar.

—¿Querés que te cargué o podés caminar solo?

Dinamarca lo pensó, y luego creyó que merecía alguna especie de recompenza por todo el martirio que pasó al lado del argentino en menos de una hora y como no había detectado ningún toque de burla o sarcasmo en las palabras del argentino, supuso que lo decía en serio.

—Cargame, por favor.














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Pobrecito, me dolió hacerlo sufrir así, mentira pero debió sentirse feo eso de casi morir JAJSJA

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