Capítulo 1: ¿Arge quién?

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Dinamarca se encontraba mirando al frente con gesto aburrido, no era su intensión mostrar aquel gesto, pero le era imposible cuando veía el sol resplandecer detrás de la ventana, con un cielo maravilloso y una temperatura ideal para estar en algún parque o en el patio de su casa. Pero no, estaba sentado en aquella silla esperando a que todos los países lleguen y comience la reunión que ONU venta programando desde hacía un par de días.

Sus hermanos estaban con él a sus costados, charlando o simplemente prestando atención a otra cosa, como a su celular, él no deseaba hacer ninguna de las dos cosas, sólo quería pasar un tiempo solo bajo el sol viendo las flores, el cuál, era por lejos, su pasatiempo favorito.

—Lamento la tardanza— ONU entró a la sala a paso rápido, posicionándose en la silla que fue dispuesta para él, para dar inicio de una vez a la reunión, que todos esperaban que no fuese tan larga o tediosa como otras lo eran.

ONU, analítico y mecánico, pasó sus ojos fríos como el hielo sobre cada persona de la sala, como si estuviese tomando asistencia de forma mental de los países que había y no, hasta que sus ojos se detuvieron donde deberían estar los sudamericanos, comprobando que sólo faltaba Argentina, un país rebelde que sacaba canas verdes a la pobre organización.
Este suspiró con pesadez, a sabiendas de que no valía la pena esperar a que viniera por voluntad propia, por lo tanto sólo le quedaba enviar a un país, o países valientes que vayan por el rebelde, puesto que sabía lo peligroso y maleducado que podía ser el argentino.

—Esta reunión es de categoría confidencial, y carácter urgente, por lo tanto no puedo dar toda la información si no están todos, falta Argentina— habló con molestia, mirando de forma acusadora a Chile y Uruguay, quienes eran los que debían encargarse de que el Argentino este esa reunión, quiénes le dedicaron una mirada de disculpa.

—¿Y qué? ¿Se nos va a acabar el mundo si no está el narigón?— preguntó México de una manera tosca mientras que se cruzaba de brazos, su gesto era feroz e irradiaba fastidio.

"Probablemente"  pensó con amargura la ONU.

—Necesito que vayan a buscarlo ¿Quién se ofrece?

La sala se sumió en un silencio bastante incómodo, mientras que ONU analizaba a cada país con cuidado, ya que, aunque ninguno quiera ir de forma voluntaria, de todas formas tendría que ir alguien, y ese alguien debía ser lo suficientemente firme como respetable para el argento para que se digne a venir sin oponerse mucho.

Dinamarca conocía vagamente aquel nombre, no le sonaba del todo y no recordaba haber tenido alguna interacción anterior, pero no interesaba si no conocía al chico, o chica, él sólo quería salir de la reunión para disfrutar del sol aunque sea por unos cuantos minutos, y esa era la oportunidad perfecta para poder salir sin parecer un maleducado o alguien a quien no le interesaran las reuniones.

—¡Yo!— alzó la mano Dinamarca, muy entusiasta y feliz, aunque su efucibidad no era ningún misterio, no por nada era el país más feliz del mundo.

ONU dudó, sin duda alguna Dinamarca tenía una paciencia excepcional, y era perseverante, pero no sabía si eso bastaría para que el de habla española acceda a venir a la reunión, ya que a Dinamarca le faltaba esa severidad y brutalidad con la cual muchas veces se tenía que contar para que el argento haga caso y obedezca.

—No creo que debas ir solo, Dinamarca, Argentina es alguien...— ONU divago mientras que veía al techo con gesto dudativo, no quería describir al país de forma tan simple y despectiva, pero ningún sinónimo no tan desagradable cruzaba por su mente en esos momentos.

—Es violento, y peligroso, pequeño— informó Rusia, sin pelos en la lengua— uno de los más peligrosos de Latinoamérica, después de algunos otros, pero si no me equivoco es el quinto más peligroso— Dinamarca se mostró sorprendido por aquella información, no pensaba que aquel país fuese de ese modo.

—¡No iré solo! Mis hermanos me acompañarán ¿No?— dijo mirando a sus hermanos con una mueca de disculpa, pero no quería perderse la oportunidad de salir del sofocante lugar.

Sus hermanos hicieron una mueca que pasó desapercibida por la mayoría, pero aún así no replicaron, ya que comprendían de cierta medida la razón por la que su hermano tenía ganas de buscar a aquel país.

ONU ahora no veía tan descabellada la idea, Argentina era alguien alto, el octavo más alto específicamente, sin mencionar lo peligroso que resultaba ser, Dinamarca solo no habría logrado nada, pero con sus hermanos cerca entonces tendría más oportunidad. Sin mencionar que el argentino debía sacarle dos cabezas de ventaja.

—Bien, pueden ir, les enviaré la dirección de Argentina, debe estar allí, si no es practicando uno de sus deportes, tengan mucho cuidado.

Dinamarca asintió con una sonrisa mientras que se sentía emocionado por poder salir al fin de aquel encierro,  en cambio sus hermanos evaluaban de manera más cuidadosa su tarea.

—¿Arge quién?— pregunto Suecia, completamente confundida ante el ente que debían buscar.

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