Capítulo 8: Amanecer.

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Los colores claros surcaban el cielo de forma delicada y hermosa, haciendo de esa mañana un amanecer digno de admirar, el anaranjado se mezclaba con el lila, mientras que el sol se elevaba  de forma gloriosa, bañando al cielo en tomadas amarillentas, la noche retrocedía lentamente dando paso al día, y con ello, parecía que todo lo que le daba belleza al mundo despertaba. Los pájaros cantaban, los grillos callaban y las copas de los árboles se mecían en una suave, pero fría brisa, los colores celestes y azules se habrían paso en el cielo mientras que los demás países iban en busca de un café o charlaban amenamente con alguien más con tal de apartar los últimos vestigios de sueño que agobiaba la mente de todos.

Él no se sentía cansado, al contrario, después de su tercera tasa de café, había logrado espantar el sueño, y ahora mismo se encontraba más energético que nunca, esperando con paciencia ver pasar su equipaje para así tomarlo y unirse al resto de los países que esperaban de forma somnolienta a los demás.

Habían arribado al territorio argentino hace poco menos de una hora, estaban en la capital, pero Noruega tenía entendido que está sería una de las últimas provincias que visitarían a fondo, en el último día del viaje con tal de que lleguen a su vuelo sin ningún percance, considerado por parte del argentino.

La cabeza de su hermano se apoyó de forma perezosa sobre su hombro mientras que bostezaba, llevaba muchas horas despierto, y ningún espectáculo natural, como lo es el amanecer, haría que se quede mas de 5 minutos sin poder cabecear.

—¿Crees que estemos muy lejos del hotel?— pregunto su hermana, mientras que pasaba una mano por su rostro, con tal de despertarse un poco.

De todas formas tenemos que esperarlo a él— dijo el noruego mientras que se cruzaba de brazos, hablando en su idioma y dejando de lado el español, ya que no se sentía con ánimos de practicar aquella rica lengua.

—¡Argentina!— todos los países se voltearon en dirección a aquel grito, perteneciente a ONU, que al verlo acercarse a ellos no dudo en ocultar la felicidad en su tono.

ONU apreciaba la puntualidad del país anfitrión, ya que no querría lidiar con países malhumorados por falta de sueño o alguna otra queja que los pusiera en ese estado, por lo tanto, su principal objetivo era llevar a todos al hotel para que pudieran descansar y al medio día comenzar con las actividades que tenía planeada el argentino.

—Hola ¿Cómo anda la people?— saludo de forma efusiva mientras que le sonreía a todos los países presentes, ninguno sabía bien por qué. Argentina no era exactamente la persona más amable.

—Todo bien, gracias por preguntar ¿Crees que podamos ir directamente al hotel? Muchos están muy cansados debido al cambio de horario— pregunto de forma educada la ONU viendo de forma sonriente al argentino.

****

Dinamarca desconocía la forma en la que había llegado a una cama de hotel, también desconocía sobre quién lo había cambiado, pero aún así, no le tomo mucha importancia, ya que estaba seguro de que habia sido uno de sus hermanos.

El país se puso de pie, sintiendo casi de inmediato el frío suelo contra sus pies, dirigiéndose a la salida de la habitación, poniéndose en la entrada sus zapatos. Empezaba a tener hambre y buscaría si en el hotel tenía un comedor o algo por el estilo, no le parecía mala idea.

Empezó a caminar fuera de la habitación, caminando en dirección a unas escaleras que su razonamiento decían que podían llevarlo al lobby, pasando por un montón de puertas que estaban cerradas con números en las mismas, había notado que las puertas se cerraban de forma automática y que solo podían ser abiertas por una tarjeta, tarjeta que ya tenía en su bolsillo.

Iba de forma tranquila y sin prisa, pensando en las actividades que tendrían hoy cómo en las habitaciones que podían estar sus hermanos. Pero todos sus pensamientos se perdieron y quedaron en segundo plano cuando escucho un ruido proveniente de una de las habitaciones que había en ese pasillo, más específicamente en una cuya puerta estaba abierta, se escuchaban pequeños gruñidos y jadeos, haciendo pensar al inocente país que alguien se había lastimado o estaba peleando con alguien, y llevado por su solidaridad decidió dirigirse a la misma, abriendo con cuidado la puerta, guardando silencio para tratar de ver al interior.
Sin duda lo que vio le sorprendió, veía la espalda del argentino, quién miraba en dirección auna ventana abierta, mientras que soltaba pequeños gruñidos y jadeos, se veía acalorado, y los músculos de su espalda, como los de sus brazos se tensaban, su cabello se veía despeinado y parecía estar desnudo, lo que hizo sonrojar al país a más no poder.

¿Acaso él estaba...?

Cuando Dinamarca estaba a punto de abandonar la habitación y darle la intimidad que seguramente cualquier persona buscaría en un momento tan íntimo como ese, el argentino habló, congelandolo.

—Sigue— gruño con voz ronca mientras que por las piernas del argentino una chica levantaba la cabeza y le sonreía con picardía, no la reconocía, pero sabía que era un país.

—Sólo si me castigas— declaró la chica con un tono juguetón, ardiendo en deseo.

Dinamarca no llego a escuchar la respuesta del argentino, ya que salio a toda prisa de allí antes de que alguno lo viera, bajando corriendo las escaleras, mientras que un sonrojo se apoderaba de todo su rostro y por poco de todo su cuerpo. Acababa de ver cómo a aquel arrogante país una chica le hacía sexo oral, tenía razones para escandalizarse, pero sabía que está también era otra cosa que no debería decir.

Lo admitía, ver cómo Argentina se removía, gruñía y jadeaba, que después de unos segundos había captado que en realidad gemía, ver su espalda tonificada, su brazos, escuchar su voz ronca y su cabello despeinado, lo habían motivado más de lo que estaba dispuesto a admitir, una parte de su anatomía era prueba de ello, y es que aquella impúdica escena, tan sexual y caliente no se iba de su mente, y con su gran creatividad empezó a imaginarse al argentino en otra situaciones parecidas, inclusive hizo que él se imaginase entre las piernas del argentino, chupando y lamiendo su miembro. Imagen mental que trato de alejar de su mente sacudiendo la cabeza, mientras que retomaba su marcha en busca de comida.

Mente sana, mente sana, mente sana...

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