X. Un extraño

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Hoseok no tenía que ser un genio para darse cuenta del cambio efectuado en Jimin. Cualquier otra persona vería al chico de siempre, el mismo estilo de vestimenta, los movimientos suaves y silenciosos que siempre lograban pasar inadvertidos y sobre todo la actitud silenciosa como casi un sello distintivo. Incluso sus compañeros del club y el pequeño grupo en el que se movía, podían darse cuenta de las pequeñas variaciones.

El último mes se mostraba más sonriente, animado y con un aura mucho más ligera. Si antes miraba silenciosamente a los demás, ahora tenía la mirada puesta en la lejanía o cualquier objeto, pensando en quién sabe qué. No era propio de Jimin estar distraído, pero últimamente se perdía en las conversaciones grupales y por momentos en las clases.

Pero lo que más resaltaba era su baile, porque si antes era disciplinado y perfeccionista, ahora rozaba un sentimentalismo y pasión difícil de obviar hasta para alguien que era inexperto en tal arte. En el escenario su cuerpo se movía majestuosamente, con querencia efectuaba su rutina asombrando a sus compañeros y maravillando a su profesora quien se mantenían en silencio dejando que solo la música arrullara la sala.

Las últimas semanas habían transcurrido como un borrón extraño, sus encuentros con Namjoon al principio se daban solo los fines de semana, pero después la urgencia de verse los atrapaba y Namjoon pedía verlo entre semana. Ya sea en su departamento o en aquel hotel terminaban jadeando en alguna superficie. Las charlas con el tiempo se hicieron más personales, aunque la mayoría de veces terminaban jugueteando.

Ese día después de la práctica Jimin le pidió a Hoseok que lo acompañara a un lugar. El mayor era discreto pero cuando se trataba de su querido amigo no podía evitar la curiosidad que lo carcomía. Jimin se había guardado muchas cosas últimamente, y no es como si fuera nuevo, sin embargo, desde aquella charla en la cafetería donde la confesión de un supuesto prospecto a cuñado postizo salió de labios del pelinegro, las ansias de saber más lo inundaron como nunca.

Ayudaba que ambos estuvieran ocupados, Jimin con las clases y el club y Hoseok con su graduación y buscando trabajo. Intuía que algo había salido satisfactoriamente bien si el menor no hablaba más de ello, pero aun así quería asegurarse.

Como ya era usual en ambos, fueron a pie al lugar. Solo se enteró que era una estética cuando llegaron. Hoseok estaba a punto de preguntar qué hacían allí cuando Jimin sonrió con las mejillas rojas.

— Había estado pensando en cortarme el cabello. — miró sus manos y suspiró — Ya no puedo ver bien y me pica los ojos.

Hoseok se apoyó en el pequeño hombro del pelinegro y picó su mejilla sonrojada.

— Mi Minnie no es bueno mintiendo — alargó la última vocal con voz infantil. Como aún estaban fuera del negocio lo jaló hasta una jardinera cercana hasta sentarse ambos — ¿Esto tiene que ver con cierta persona que te tiene en las nubes?

Jimin lo miró con los ojos abiertos y negó rápidamente con la cabeza. Una pena que sus mejillas y orejas se iluminaran como focos de navidad, era gracioso ver como inclusive la punta de su nariz se pintaba del color de la sangre. A Hoseok no le gustaba molestar a los demás, pero si se trataba de su mejor amigo tenía que investigar de quién se trataba, no quería que le hicieran daño ni mucho menos lo usaran.

Pasaron unos largos segundos en los que el silencio los embargó a los dos, la diversión había abandonado el semblante de Hoseok para ser sustituida por la ternura. Tomando las manos pequeñas y frías del menor las acarició tratando de infundir confianza. Jimin estaba tan acostumbrado a guardarse todo y no fue consciente que la inquietud de Hoseok era en realidad preocupación por él.

Tomando un respiro dejó ir una sonrisa pequeña, el hormigueo en sus manos y estómago se hizo presente como en cada ocasión en la que pensaba en el moreno.

Kitten ⤷ 𝑵𝒂𝒎𝑴𝒊𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora