XII. Pasado

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Maratón 1/3


Organizar una fiesta de cumpleaños no debería considerarse algo tan complicado, ni siquiera cuando estaba en la universidad fue tan engorroso. Solo tenía que calcular las botellas de alcohol, comida y algún lugar con buen ambiente para celebrar ahí.

Pero se trataba de la oficina, un lugar por definición aburrido, donde los empleados y jefes son silenciosos y se comportan distantes para aparentar profesionalidad. ¿Por qué tuvo que organizar la fiesta en la oficina? El joven empleado miró sobre su pequeño escritorio ubicado fuera de la oficina de la gerente Choi.

Sacó un poki de manzana de su empaque y lo masticó casi sin saborearlo.

Ese día era inusualmente aburrido y vaya que era extraño siendo el asistente de Hyojin. La mujer era una bomba de productividad, todo el día con reuniones, juntas con los encargados y revisando que el hotel funcionara perfectamente. Siempre era verla con una sonrisa amigable, preparada para escuchar y dar su opinión de lo que fuera.

La respuesta en sí era demasiado sencilla, esa mañana su jefa había avisado que pescó un resfriado y tomaría un día de reposo en casa. Jungkook se ofreció a cubrirla en sus compromisos del día, después de todo ya conocía de que iban. La mujer rubia se rió al otro lado de la llamada y lo felicitó por su iniciativa.

Pero después de suplirla en la reunión con la encargada de mucamas, tenía casi dos horas libres. Quiso aprovechar el tiempo para planear concienzudamente la fiesta pero estaba bloqueado, sobre todo si tomaba en cuenta que era su única oportunidad para hacerlo bien con Namjoon.

El señor Kim era un bien inalcanzable para un empleado pero siempre eran bienvenidas las aventuras. Mordiendo su labio recordó esa noche de hace casi dos años, cuando fue citado en un pequeño hotel en Busan. Las sesiones en el club eran prácticamente aleatorias, dependía enteramente de la ubicación geográfica. Jungkook no era nuevo en el club, de hecho llevaba las suficientes sesiones como para darse cuenta que aquel hombre alto y de piel dorada no era de por la zona.

El antifaz siempre era un estorbo, lo odiaba por la ceguera temporal que tenía aún después de quitárselo. No obstante nunca fue un problema, Jungkook nunca buscó en el club pretendientes ni relaciones fuera del ambiente controlado y ajeno.

La sesión comenzó como todas las demás, cuando él entró, Jungkook ya estaba con la tela cubriendo sus ojos y postrado en la cama desnudo. Era más que obvia la falta de diálogo en esas ocasiones, lo único que necesitaban era la confirmación del seudónimo y listo.

No fue tranquilo ni amable, todo lo contrario. Fue más una descarga de estrés del moreno que un encuentro entre dos personas, pero eso a Jungkook le vino estupendo. El joven estuvo más que satisfecho por la posesión ruda y desinhibida del otro.

Todo se hubiera quedado ahí sino fuera por que se quitó el antifaz cuando estaba saliendo el moreno, corrió a la salida del hotel y lo buscó con la mirada. Lo único que alcanzó a ver fue una espalda ancha, piernas largas y el cabello castaño.

Se encaprichó tanto con él y en tan poco tiempo, que por un año siguió asistiendo a las sesiones del club esperando encontrarlo de nuevo, volver a sentir la aspereza de sus manos por su cuerpo y escuchar esa voz impersonal pero con tanta autoridad en sus notas.

No tenía más opción que olvidarlo, si sus suposiciones eran correctas, Orion solo estuvo de paso por Busan. No era difícil adivinar que se trataba de un hombre de negocios, tal vez con esposa y hasta hijos. Por el club pasaba todo tipo de personas, desde los que tenían manías extrañas hasta los que eran gays de closet. No se consideraba ninguno, solo era un joven divirtiéndose y sacando placer de la experiencia.

Kitten ⤷ 𝑵𝒂𝒎𝑴𝒊𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora