CAPÍTULO DIECISIETE: wolves
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Confusión y excitación. Después de esa nueva experiencia, no eran otras las sensaciones que pudieran embargarlos.
Venus y Carl estaban enredados en un laberinto de emociones y pensamientos, regresando una y otra vez al inicio, sin encontrar una respuesta coherente que les mostrara la salida.El corazón les iba a mil por hora cuando se dirigieron a la enfermería y los demás los recibieron con curiosidad. Ambos creían que con sólo mirarles a la cara, descubrirían lo que acababa de pasar. Y por un lado, Carl así lo deseaba, quería que todos supieran que él se había atrevido a besarla y ella le había correspondido. Pero Venus no sabía qué sentir, estaba avergonzada consigo misma por ser tan dura con Carl, por dejar que los celos la cegaran. Y también estaba muerta de miedo, porque ahora él podría adivinar lo mucho que ella había ansiado besarlo, desde la primera vez que miró con atención sus penetrantes ojos azules. Carl sabría lo mucho que Venus le quería, sabría lo desprotegida y débil que se sentía a su lado, sabría a que estaba dispuesta a todo por él.
Además, era una jugada en su contra, porque ¿cómo se iría ahora que volvía a tenerlo de su lado? ¿Cómo lo abandonaría si volvía a decirle que la extrañaba? Se lamentó en silencio, mientras Denisse le cambiaba las vendas sucias —de las que se había excusado con haberse caído en el jardín de su casa—, porque ahora tenía un punto ciego, y no estaba segura de que él sintiera lo mismo. Fue un beso en una situación desesperada, porque Carl impidió un ataque de ansiedad, de esos que a Venus le ocurrían a menudo últimamente. Probablemente no significaba nada.
—¿Y si sólo fue eso? Un beso. Nada más. No quiere decir absolutamente nada— se repetía a sí misma, mirando a su jilguero a través de los barrotes de su jaula, estudiando una y otra vez sus planes.Pero pese a todo ello, los días siguientes su estado mejoraba. Daryl no había vuelto a consolarla en la madrugada, porque las pesadillas que la acechaban estaban ausentes; no había vuelto a tener convulsiones y estaba más animada, incluso comenzó a correr todas las mañanas a través de las calles de la comunidad. Entonces decidieron que Venus debería volver a casa con el resto. Y el jilguero pudo volar de nuevo.
Pasó una semana y no había vuelto a hablar con Carl, porque ambos se evitaban, no sabiendo cómo lidiar con el hecho de querer estar juntos de otra manera. Y eso fue una señal para Venus: se iría esa tarde. Toda la comunidad estaría ocupada, intentando seguir al pie de la letra el plan de Rick para desviar una enorme horda que tarde o temprano llegaría a Alexandria. Era perfecto. Nadie notaría que se había ido, y cuando lo hicieran, habría encontrado el escondite perfecto y no volverían a verla.
Se colgó el cinturón que Denisse le había dado para guardar sus medicinas, que ahora estaba lleno de herramientas y cuchillos pequeños; luego, preparó bajo la ventana del ático una mochila con todas sus pertenencias, o al menos las que consideraba más útiles, porque los vestidos y joyería de fantasía fueron las primeras cosas que descartó, y se aseguró de que aterrizaría en el pequeño abeto junto al muro. Se colgó el arco y el carcaj, y pegó la cabeza a la puertecilla en el piso, asegurándose de que la casa estuviera vacía. Bajó haciendo el mayor silencio posible, aunque no hubiera nadie, porque los que se quedarían en la comunidad estaban en cuidando de sus puestos, y el resto en casa de Deanna, reorganizando la librería pública que había montado en su sala de estar. Venus pudo escapar de ello porque le dolía la cabeza, o eso era lo que decía cuando quería que la dejaran en paz, y le funcionaba perfecto. Llegó al recibidor, en el que Michonne se había encargado de colgar fotos del grupo que sacaba con la cámara instantánea que había conseguido. Miró los rostros enmarcados de sus amigos, de ella sonriendo al lado de Glenn, o haciendo una cara extraña porque habían capturado el momento exacto en el que Daryl le enseñaba una serpiente que acababa de cazar. Habían sido un par de meses que jamás borraría de su memoria. Ya comenzaba a echarlos de menos, pero no podía retractarse. No si no quería que terminaran igual que Noah. Suspiró con fuerza y apretó las correas que colgaban en su hombro, obligándose a mantener las lágrimas dentro.
—¿Vas a algún lado?
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Isle of Flightless Birds| Carl Grimes
Fanfiction❝ La vida de ahora en adelante está regida por una sola ley: matar o morir. Y sí, la he seguido al pie de la letra .❞ Venus ha aprendido a sobrevivir por su cuenta en un mundo en el que los muertos caminan, un mundo vacío y desolado. Sin embargo, el...