07| Lies

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CAPÍTULO SIETE: lies

CAPÍTULO SIETE: lies

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Venus ya se había decidido sobre cuál de todas esas emociones la embargaba en ese momento, y era miedo. Estaba muriendo de miedo.

No paraba de jugar con los dedos sobre su regazo mientras escuchaba a Rick planear salir a buscar a Gareth y terminar con él de una vez por todas, como lo debió haber hecho desde un principio. El líder estaba consumido por la ira y eso no tranquilizaba a la chica. Hablaba en voz alta, pero no se dirigía a nadie en concreto y parecía un completo lunático a punto de matar a alguien.

— Bueno, la realidad ahora es que este ya no es un lugar seguro —Abraham había salido de su estupor, alzando los brazos en el aire y maldiciendo—. No tengo que soportar esto, iremos a Washington ahora.

Rick cambió su postura, parecía querer matar al soldado con la mirada.
— Tenemos que esperar a Daryl y Carol, tú escuchaste a Bob, no estaban con él.

— Tengo una jodida misión y es mantener con vida a Eugene para que nos salve a todos, ¿cómo carajo haré eso si unos caníbales quieren comernos el trasero? Si no quieren venir con nosotros adelante, pero no vamos a quedarnos aquí.

— ¿Se irán a pie? —preguntó el líder.

— ¡Nosotros reparamos el maldito camión!

— Nosotros somos más.

— Si quieres mantenerlo así, vámonos de una puta vez.

Para ese momento la tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo.

Rick estaba luchando por contenerse y le pidió de buena manera a Abraham que le ayudara a deshacerse de los chicos de Terminus, y con la poca paciencia que le quedaba esperó una respuesta, que claramente fue un no. El líder se arrojó contra el pelirrojo y todos intentaron detener la pelea, pues Abraham no se quedaría con los brazos cruzados.
Venus miraba todo con horror y se sentía impotente. Sabía que si el soldado y sus acompañantes se iban, estarían en desventaja y no podrían ganar. Su mente comenzó a trabajar con rapidez cuando vio a Glenn ser golpeado en un intento por separarlos.

— ¡Iré a Washington con ustedes! —gritó de pronto. Todos se detuvieron y se giraron a verla. Parecía un ratoncito indefenso y tenía los ojos brillantes por las lágrimas—. Si ustedes se quedan a ayudarnos, iré con ustedes sin importar nada —dio un paso al frente—. Los escuché hablar, dijiste que era una suerte yo estuviera en el grupo para acompañarlos.

Carl, que había estado cuidando de su hermana dentro de la oficina del padre Gabriel, le miró desde la puerta, anegado en desilusión. Él no quería que Venus se fuera.

— Por favor, ayúdennos. Los necesitamos —continuó ella.

Rosita fue donde Abraham y le susurró algo antes de que éste se relajara completamente. Sus ojos verdes viajaban de Venus a Carl y viceversa. Suspiró y su bigote naranja revoloteó.
— De acuerdo. Pero también necesitamos a Carl —sentenció.

Isle of Flightless Birds| Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora