03| Sanctuary

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CAPÍTULO TRES: sanctuary

CAPÍTULO TRES: sanctuary

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Venus

Por primera vez en mucho tiempo me permití sonreír de verdad. El palpitante dolor de mi herida estaba siendo reemplazado por la emoción y esperanza que crecía cada vez un poco más en mi interior. Apreté los labios para evitar gritar de alivio.

— Parece que han estado en el camino bastante tiempo —comentó Gareth, escudriñándonos a cada uno con un lado de la boca curvado hacia arriba.

Noté a muchos de los ahí presentes viéndome con curiosidad y cambié el peso a mi otra pierna, sin embargo no me sentí incómoda: estaba acostumbrada a la especial atención que mi condición brindaba. Gareth me miraba con un poco más de insistencia que los demás, pero no parecía impresionado o curioso, sino que en sus iris se leía satisfacción.

— No tienes idea —repuse.

— Ellos son Daryl, Michonne, Venus y Carl —la imponente voz de Rick me interrumpió.

Gareth se acercó a nosotros y Carl levantó el arma nuevamente. Michonne lo miró mal, pero él parecía no inmutarse.

El hombre de Terminus retrocedió con los brazos sobre la cabeza.
— ¡Tranquilo! Estás nervioso, lo entiendo. Todos lo estábamos cuando llegamos —le dijo.— Vinimos aquí por asilo, y puedo apostar que ustedes están aquí también por eso.

— Sí —afirmó Rick, cortando de tajo la conversación.

Él y su hijo se miraron un momento y cuando el primero asintió, Carl enfundó su arma a regañadientes. Todos parecieron haber recuperado la calma y Gareth sonrió mostrando su gran dentadura. Esperaba no equivocarme respecto a la primera impresión que me estaba causando.

— Perfecto —se frotó las manos—. ¡Oye Alex! —un joven larguirucho y castaño apareció y nos ofreció una cálida sonrisa cuando llegó al lado de Gareth—. Este lugar no es tan lindo como el Vagón de Bienvenida... quiero decir, no tenemos nada qué esconder aquí pero allá enfrente es mucho más agradable. Alex los llevará y les hará unas cuantas preguntas, pero primero, quiero ver sus armas. Pónganlas frente a ustedes, por favor.

Vi a Carl a punto de abrir la boca seguramente para protestar, pero cuando saqué mi pistola y le di un pequeño empujón con el cañón, la cerró de inmediato al mismo tiempo que dirigía hacia mi una de esas miradas asesinas que me dejaban sin aliento. Puso su arma en el suelo frente a él al igual que su familia, después de pensárselo unos segundos más. Alex y Gareth se aseguraron de que no teníamos más armas escondidas entre la ropa y cuando llegó mi turno, hice una mueca de dolor cuando Gareth me palpó la herida en la espalda; retiró las manos como si mi piel quemara y me miró con los ojos bien abiertos. Alcé mi remera y siseó entre dientes.

Isle of Flightless Birds| Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora