15| Unestability

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CAPÍTULO QUINCE: unestability

CAPÍTULO QUINCE: unestability

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Venus

La semana siguiente fue excelente.
Había pasado esos días yendo a terapia después de clases con Pete, quien me había dado el diagnóstico de inestabilidad emocional. Podía no ser un experto en el tema, pero por orden de Deanna, había recopilado la mayor cantidad de libros sobre psiquiatría y psicología posibles para ayudarme. Las sesiones me ayudaron en niveles inimaginables. Ni siquiera yo sabía que era capaz de recordar tantas cosas hasta que Pete me hizo sacarlas.
Me dio un ejemplo para entender mejor mi estado: dijo que yo era como un dique que había alcanzado el máximo de agua que podía contener, y comenzaba a desbordarme. Pero, que con mi perseverancia y ayuda del resto, podría usar esa marea para proveer y no para lastimar, sobre todo, a mi misma.

Resulta que Deanna había descubierto también que era mejor mantenerme ocupada, así que cuando el grupo de expedición salió en busca de una pieza para reparar el panel solar, me apuntó dentro.
Tuve que rogarle a Glenn para que accediera, pues era el único que se rehusaba a incluirme, porque decía que debía mantenerme a salvo y Deanna quería su aprobación también. Incluso hice una lista para él de los pros que tenía tenerme en el equipo y Tara, junto a Noah, me ayudaron a convencerlo.

— No te separes del resto —me instruyó Maggie. Su tono me recordó a una mamá preocupada—. Glenn, promete que vas a cuidarla bien.

— Tranquila Maggie, todo estará bien —intenté calmarla.

Hizo un gesto de resignación y me entregó una pistola con silenciador. Le sonreí como agradecimiento.

Cuando llegamos a nuestro destino, una especie de almacén a unas millas de Alexandria, me apresuré a salir de la furgoneta. Todo el camino Aiden nos hizo prisioneros de música horrible, los oídos aún me dolían y me tallé las sienes con exasperación.
— ¿Qué? —pregunté a Noah, quien me miraba con una expresión de extrema diversión.

— De verdad los odias, ¿no?

Encogí los hombros como respuesta y él negó con una gran sonrisa, dándome un empujonsito amistoso cuando pasó a mi lado.

Después de revisar el perímetro en parejas y armar un plan, entramos al lugar cuidando cada uno de nuestros movimientos. No había rastro de caminantes dentro, pero debíamos ser precavidos sino queríamos terminar muertos por cualquier error. Glenn fue el primero en entrar, conmigo siguiéndole, pidiendo a Noah que fuera tras de mi para que me cubriera. Tara y Eugene iban del lado opuesto a nosotros, mientras que Aiden y Nicholas se quedaban al final, en caso de que algún muerto viviente escondido quisiera salir de imprevisto.

Isle of Flightless Birds| Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora