46. Sueño Profundo. Parte dos.

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Scott.

Al terminar la llamada salí corriendo en dirección al lugar. Tarde un poco más de lo que espere en llegar, maldito sea el tráfico de los lunes.

Lo primero que me recibió como cada día que venía era el olor a fármacos. Los lunes eran más calmados en el hospital y por eso no tarde en encontrar a la señora Greyson en la sala de espera.

—Vine tan pronto como me enteré. —le dije apenas la vi, ella me sonrió y me recibió con un abrazo.

Durante este mes hemos pasado más tiempo juntos, por las tardes nos reuníamos en su casa y empezaba a contarnos cosas vergonzosas de Greyson. Después de dos semanas de ir y visitarla al poco tiempo también el padre de Tamara se nos unió, él sí que ha cambiado en este mes y solo esperaba que su hija despertara para empezar de nuevo con ella.

— ¿Dónde está? ¿Está bien? En la llamada solo me dijo que tenía que venir rápido. ¿Qué sucedió? —lo dije tan rápido que ella tuvo que tomarse unos segundos para procesar todo lo que dije.

—Tranquilo, ella está bien. Solo le están tomando más estudios y puedes verla cuando terminen. —contestó conteniendo una sonrisa. Asentí. —ve a sentarte, iré por un café.

Volví a asentir e hice lo que dijo. A los pocos minutos sentí a alguien sentarse a mi lado, giré para encontrarme con Alex. Era raro, en mis encuentros con él nunca habíamos estado solos, la última vez las cosas no terminaron tan bien. Pero no iba a estallar como lo hacía, ahora me parece ridículo hacer eso.

—Alex. —saludé.

—Scott. —saludó en el mismo tono.

—Tienes que decirle. —habló de repente segundos después.

— ¿Cómo? —arrugué el entrecejo. — ¿Decirle qué?

—Los dos sabemos qué.

Agaché la cabeza recordando, a veces no sé porque cometo tantas estupideces. Comencé a recordar esa vez, donde quise terminar con todo...

Flashback

—Cambio de planes. —sentencié, él pareció entender a lo que me refería porque se cruzó de brazos y entrecerró ligeramente los ojos.

Sus labios se curvaron en una sonrisa de burla, yo no mantenía ninguna expresión cuando dijo:

— ¿Te rindes? —apreté la mandíbula, está conversación iba a ser peligrosa.

—Digamos que tuve cargo de conciencia. —dije mientras miraba para otro lado, él rio.

— ¿Culpa? ¿Sentiste culpa? —y siguió riendo, estaba usando toda mi fuerza de voluntad para no golpearlo.

—La apuesta está cancelada. —dije cruzándome de brazos, él paro de reír, metió las manos en sus bolsillos y enarcó una ceja.

— ¿Ah sí? ¿Y por qué? —entrecerré los ojos, sabía lo que trataba de hacer y no lo iba a lograr, no lo dejaría.

—Digamos que alguien me dijo que no era tan idiota. —dije, recordando lo que me dijo Tamara antes de entrar a su casa, sonreí para mis adentros.

— ¿Sabes? Empezaba a divertirme, ver cómo tratas de conquistar a una chica que no te hace el más mínimo caso es entretenido, pero sabía que esto no duraría, eres un blando. —dijo él, divertido. Apreté mis manos en puños.

— ¿Qué quieres? —había que terminar con esto de una vez.

—Rechazó tu solicitud de cancelar la apuesta. —aprieto tanto mi mandíbula que siento que se romperá. —La cumplirás, y lo harás o tú pequeño secreto saldrá a la luz. —sentenció, todos mis músculos se tensaron, pero lo que decía no cambiaría mi decisión.

Mi Vecino de Enfrente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora