11. ¡Scott Collins desaparecido!

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Caleb.

Sábado, desperté a las 9 de la mañana, pero no desperté en mi habitación ni mucho menos en mi casa. Escuché varios ruidos de niñas hablando y discutiendo, me levante de mi cómoda cama improvisada y abrí la puerta corrediza que daba hacia la estancia de la casa de Tamara, después de estar buscando al tonto de Scott toda la noche Tamara apareció y me salvó de mis impulsos. Cuando entré a la cocina comedor de donde provenían los ruidos, me encontré con Tamara y su familia. La señora Greyson me recibió con mucha calidez y ya ni ganas me daban de irme, ¿Cómo es posible que él idiota de Scott, maltratara a una chica tan linda?

—¿Cómo amaneciste Caleb? ¿No fue muy incómodo dormir en el sofá? —preguntó la señora Greyson, caminé hasta sentarme en un taburete, sonreí.

—Para nada señora Greyson, dormí mejor que en mi casa. —ella río y vi como Tamara rodó los ojos.

—Si sigues así Caleb, mi madre va a querer que te quedes para siempre. —la señora Greyson codeo a Tamara y caminó hasta mi con un plato de huevos, tocino y un poco de fruta picada, después Tamara me sirvió jugo de naranja en un vaso.

—Espero que te guste Caleb. —dijo la mamá de Tamara sentándose en un taburete delante de mí, Tamara se sentó a un lado mío y sus hermanas entraron corriendo a sentarse en los taburetes que estaban a los extremos de la barra. Después de desayunar todas subieron a sus respectivas habitaciones a arreglarse, mientras que yo discretamente husmeaba en la vida de Tamara viendo fotos que había por toda la casa, no sabía que había pasado con su papá porque no aparecía en ninguna foto de la casa, en mi una pequeña foto. Tal vez le preguntaría más tarde.

“¿Pero que dices Martin? No le vas a preguntar, sería una imprudencia piensa en cómo se sentiría Tamara ¡Por Dios!”

Descarté esa idea completamente, cuando Tamara estuviera lista para hablar lo haría, agarre una foto de una pequeña mesita que estaba en el recibidor; en la foto aparecía la señora Greyson más joven ( y debo de admitir que era linda) sentada sobre una manta para picnic en un parque y junto a ella una niña con coletas mal agarradas y mostrando una gran sonrisa con dientes chuecos, sonreí.

—Era horrible de niña, lo sé. —dijo Tamara desde las escaleras. —¿Puedes por favor dejar esas fotos feas de mi niñez ahí? —dijo mientras bajaba el tramo de escaleras que le quedaban, tenía puesto un pantalón ajustado, un suéter verde con un estampado de las tortugas ninja y unos converse blancos se veía muy bien a pesar del suéter.

—No digas estupideces, no eras horrible. —dije, puse la foto en su lugar y me acerqué a ella. —Que lindo. —dije refiriéndome al suéter, ¡Por Dios! Solo Tamara se pondría ese tipo de suéter, ella se encogió de hombros.

—Si vamos a buscar al tonto de Scott, al menos quiero estar cómoda. —caminó hasta agarrar su celular y algo de dinero. — ¡vamos! —exclamó y los dos salimos a buscar a Scott, solo espero que esta vez sí logré encontrarlo.

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Mi Vecino de Enfrente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora