Capítulo 2

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Katakuri ladeó la cabeza al ver una casa a la que nunca había visto hasta el día de hoy, incluso le pareció muy inusual que no estuviera construido con algo de dulce, sería por eso que sentía que faltaba algo.

—¡hora de aventura!

Ahora lo tenía todo más claro que él agua de quién pertenecía aquella casa.

Y fue gracias a que la mujer desconocida había abierto su puerta que ahora se habían encontrado con la mirada, pudiendo ver claramente como ella colocaba una cara casi graciosa y cerraba con rapidez la puerta.

Alzó una ceja por aquello y más aún al verle abrir nuevamente la puerta pero ahora con una sonrisa.

—hola, ¿que se te ofrece?

Y así nuevamente pasó al encontrarla en un tipo de invernadero, debería admitir que se sorprendió bastante al ver cómo hacía crecer aún más aquella regadera que estaba colgada en el techo.

Las pequeñas gotas comenzaron a caer despacio en un lugar específico. Y divisó que ella solamente alzaba sus brazos como si celebrara aquello.

—¡Yeh!

—¿Acaso....es una akuma no mi?

Y fue en ese momento donde todo el lugar se destruyó, la razón pues aquellla regadera había crecido bastante como para aplastar todo lo que había dentro y romper lo que era esa 'casa' para las futuras plantas, fue por culpa de Katakuri.

Los ojos de ambos estaban abiertos al ver todo destruido, Katakuri tomó un bocado de aire reflexionando sobre lo que acababa de pasar al mismo tiempo que ella se tomaba la libertad de patear una cosa y mirar con los ojos entrecerrados a Katakuri y murmuró cosas inaudibles para Katakuri.

—¿Que era lo que causó que me hablaras?

Katakuri solamente la miró, tenía curiosidad pero sentía que él había provocado que todo se destruyera.

—¿Tienes un akuma no mi?

Una vez que ella se golpeó la cien con su muñeca, suspiró profundamente y asintió mientras colocaba una mano en aquella gigante regadera.

—comí la masa masa no mi, puedo hacer que cualquier objeto cambie su forma como si fuera una masa y lo moldeo como yo quiero

Y como si fuera una demostración, aquella regadera se volvió pequeña, a su tamaño original.

"¿También lo podrá hacer con los alimentos?"

Para Katakuri, aquella fruta le hizo abrir el apetito el tan solo imaginar una pequeña dona convertirse en una isla de dona, su imaginación voló así como se escuchó un rugido por parte de su estómago.

—toma, comelo

Ella le lanzó una manzana haciendo que Katakuri despertara de su gran imaginación de gobernar una isla hecha completamente de una dona y tomara aquella manzana.

—¿Lo quieres más grande?

Katakuri sintió como su corazón se aceleraba y no dudó en preguntar su gran pregunta.

 Paraíso • KatakuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora